lunes, diciembre 16, 2019

Del boom al crack.


Nunca dejes que la realidad te estropee un buen titular.

En esta entrevista concedida por Benoît Drouise, más conocido como Zidrou, para Jotdown Magazine que fue publicada en enero del 2017, el popular guionista belga (más de cinco millones de álbumes vendidos en Francia, la mayoría de títulos dirigidos a lectores infantiles o juveniles) comentaba que en España “hay un problema de lectura y una falta de inversión a largo plazo.”

“En Francia – afirma -  pasaba lo mismo. Hasta que llego Miterrand a principios de los ochenta. Se pueden decir muchas cosas de François, pero este hombre promovió cosas como las noches blancas de los museos, una política de lectura con cuenta cuentos esparcidos por todo el territorio, con presupuesto para que los autores fueran a colegios públicos y privados. Promovió e impulsó la lectura y esta política ya es sistémica en Francia, y esas políticas han permitido que en veinte años Francia pasara de estar casi a la cola en lectura de cómics infantiles a entrar en el top de los cinco primeros. Hay que invertir a medio y a largo plazo. En el caso de España, hay que entrar en casa de una familia que tenga recursos, en la habitación de un chaval de once años, para ver la realidad: chavales, hijos de médicos, no tienen libros. En cambio en una familia francesa de emigrantes, los de segunda generación, sí tienen libros. Puede ser manga, una saga para adolescentes… pero leen, tienen libros.”

Recientemente vemos en el diario El País el siguiente titular:

La explosión del cómic infantil.
El “boom” de la novela gráfica ha llegado a los lectores más jóvenes. Las editoriales lanzan nuevas colecciones y sellos donde predominan las aventuras protagonizadas por chicas”

El artículo, firmado por Tereixa Constenla, comienza hablándonos del éxito de sagas literarias importadas desde fuera de España como el Diario de Greg, Geronimo Stilton y Harry Potter y de una presunta “explosión de la novela gráfica” para tratar de relacionar esos éxitos con títulos de historieta patrios prácticamente olvidados como El Capitán Trueno o los editados por una línea editorial creada en el 2017 por Norma y que ha editado (no dice en cuanto espacio de tiempo) “60 títulos de los cuales un tercio son historietas”

Si no estoy equivocado (las matemáticas nunca fueron mi fuerte) un tercio de 60 es 20. Llámenme loco, pero 20 tebeos editados (¿desde 2017 hasta hoy?) tampoco es que sea algo para tirar cohetes.

"Smile" de Raina Telgemeier. Uno de los exitosos títulos
importados desde el mercado extranjero que triunfa en España.
Posteriormente menciona la línea infantil que Astiberri prevé abrir en el tercer trimestre del próximo año, el caso de las publicaciones infantiles de Maeva Young o Dibbuks, menciona el éxito de varios autores extranjeros y poco más.

En fin, un panorama que, pese al optimismo que trata de desprender el artículo, me hace más pensar en un “crack” que en un “boom”.

Ni una palabra, por supuesto, para Jordi Bayarri y su colección científicos (en marcha desde 2012) a pesar de que sus títulos se hayan exportado a varios países, algunos de ellos cuenten con varias ediciones y con tiradas probablemente superiores a las de alguna de las editoriales mencionadas en el artículo. Imagino que su condición de autoeditor le convierte en un apestado.

Y es que, en realidad, la cosa va de eso: de tiradas. Ya hemos hablado aquí en más de una ocasión de cómo funciona esta industria y de que los autores no tenemos un salario, lo que tenemos es una percepción económica de derechos de autor ligada a la tirada, es decir, al número de ejemplares que se imprimen de cada título.

 Y está muy bien que haya interés y que la prensa dedique espacio a estos temas. Pero quizá habría que exigirle una mirada menos entusiasta y más crítica, sobre todo en lo que respecta a la situación de los creadores en general y a los creadores españoles en particular.

Porque de lo contrario se están creando falsas expectativas en los autores noveles y se está mintiendo (o como poco ocultando información) al público en general, haciéndoles creer que todo el monte es orégano cuando la realidad es bien distinta.

Porque, seamos serios, seguimos hablando de una industria, la española, raquítica, con tiradas mínimas en la que los autores seguimos sin poder ganarnos la vida en nuestro propio país. De nada sirve que se editen títulos y títulos mientras las tiradas sigan siendo de 1000 a 2000 ejemplares y a un autor le sigan pagando 3000€ por 7 meses de trabajo. 7 meses, no lo olvidemos en los que el autor tendrá que hacer frente al pago de autónomos. ¿Le salen las cuentas? A mi tampoco.

EL “boom de la novela gráfica” al que hace referencia el artículo, por cierto, tampoco nos sirvió de mucho a la mayoría de los autores. Excepto para aquellos que sean capaces de hacerse 150 páginas en un mes, claro. Lo cual nos conduce a la auto-explotación o a historietas poco trabajadas. El capitalismo no valora el trabajo reposado ni la dedicación de aquellos que pasan horas con una viñeta. Sobreviven los más rápidos, que no necesariamente son los mejores, y ni siquiera a estos les sale rentable la cosa. Al final todos los que vivimos de esto, o la mayoría, acabamos por buscar el mercado extranjero. Incluso alguno de los rápidos.

Algunos títulos de la Colección Científicos tienes ya una segunda edición.

Y que nadie crea que mis palabras encierran un ataque a compañeros capaces de trabajar más rápido de lo normal. Valoro y respeto sus obras como el que más, pero hay cosas que no pueden ser dibujadas en diez minutos, hay estilos más complejos que otros y todos los artistas deberíamos poder dedicar a nuestras obras el tiempo que creemos que necesitan para estar perfectas. Ni tendríamos que dibujar todos igual ni tendríamos obligarnos a nosotros mismos a elegir entre hacer un trabajo o hacer un buen trabajo.

No seré yo, desde luego, quien exija a mis gobernantes (incapaces ahora mismo de formar siquiera un gobierno) una inversión similar a la que comentaba Zidrou en la entrevista de Jotdown, a la que hacemos referencia al principio de este artículo.

Quienes esperasen alguna promesa electoral relacionada con medidas concretas para favorecer la cultura en nuestro país en los últimos debates electorales pueden seguir esperando. Imaginen como serán las políticas culturales de los próximos años.

Debate electoral y cultura. Dos términos contradictorios.


Personalmente, como ya saben quienes me conocen, lo único que le pido a los políticos españoles es que se disuelvan y entreguen las armas.

Tampoco es que me vaya a servir de mucho, pero al menos no me engaño a mi mismo. Pedirle una política de fomento de la lectura al estado español sería como pedirle peras al olmo.

Sí pediría, eso sí, un poquito de rigor informativo a los periodistas
Aunque probablemente el periodismo actual esté como está por las mismas razones de las que hemos estado hablando, no hay tiempo para hacer las cosas bien y es más fácil echar las campanas al vuelo, felicitarnos de lo bien que va todo, de los muchísimos títulos de cómic infantil que se editan en España y de lo maravilloso que resulta que estos estén protagonizados en su mayoría por personajes femeninos (como si el hecho de que los protagonistas de las historias sean de uno u otro género influyera en la calidad de las mismas)  que informarse sobre cuántos de esos títulos son realmente de autores españoles, de cuánto son las tiradas y de si quienes nos dedicamos a esto de las viñetas tenemos problemas, cada mes, para pagar el alquiler y dar de comer a nuestros hijos.

Lo que tengo muy claro es que me parece una ingenuidad pensar que este presunto “boom” vaya a servir para aumentar las tiradas en España y, por tanto, el pago a los artistas.
Como mucho servirá para que las editoriales españolas sigan comprando títulos producidos en mercados extranjeros. 

Las tiradas seguirán igual y, por tanto, el precio por página también.
Y si no, al tiempo.

Link al artículo de El País: AQUÍ

4 comentarios:

lorezaharra dijo...

Interesante entrada, cada día estoy más convencida que deseo de leer se crea en la infancia, pero eso parece imposible, hay muy pocas familias en las que los padres lean libros, cómics etc y los profesores que batallan todos los días por conseguirlo se preocupan más de que la lectura sea para hacer crecer su educación a que la lectura sirva simplemente para entretener al niño.Luego tienen muchas cosas a su alcance: niños jóvenes y viejos para entretenerse, cine, series, juegos etc y todo sin el mínimo esfuerzo, así la lectura no termina de cuajar.

Ismael dijo...

¡Cachodeo a tope! ¡Todos a flotar!

Recuerdo leer de chaval la columna de opinión que Antonio Martín se reservaba en cierta línea de tebeos publicada por Forum, pues creo que únicamente apareció en las traducciones de los comic books de Eclipse (los Miracleman, Scout, y demás títulos de mayor complejidad argumental que el común de los superhéroes de la Marvel de entonces), Desde la penumbra, era su título, en la que a veces reflexionaba sobre la recepción de las obras o el comportamiento de los lectores: en una de aquellas columnas ya se advertía del peligro de los aficionados al cómic y algunos de sus excesos. La clase de opiniones incondicionales que suelen presentarse mediante afirmaciones rotundas, capaces por sí mismas de desplegar como hechos indiscutibles y evidentes aspectos en realidad mucho más complejos. Seguramente no llegué a comprender aquella reflexión tan certera en el momento en el que se publicó, y, con toda probabilidad, la malinterpretaría como el lamento de un editor a las quejas que, en forma de demandas no siempre correctamente justificadas, los que conformamos el público devoto solemos trasladar a los editores; el precio de una publicación determinada, la idoneidad de un formato u otro, la ausencia de un título o autor más de nuestro gusto. Pero muchos años después volví a recordar esa columna, y otras más, según se extendía la falsa percepción sobre un nuevo auge de la historieta y la inclusión del medio y sus oficiantes (autores, editores y críticos) dentro de la cultura circunscrita, en acuerdo a lo que se ha ido adecuando siempre de la forma más conveniente con las apetencias de quienes decidieron ejercer algún tipo de movimiento en su favor, o en el de otros, a través de una llamada por la normalización del cómic. Desde la que se celebra cualquier opinión —no hará falta recordar el júbilo que provocó la aparición de cierto número de la revista Mercurio hace ya más de diez años ni otros muchos ejemplos igualmente birriosos que siguen regurgitándose de igual manera cada poco y ante los que cualquier lector común siente la necesidad de saltar por la ventana; dado el falso reconocimiento de la historieta sque a través de los mismo se tiende a realizar— y gracias a la cual se pueden llegar a sostener las creencias más pedestres y arbitrarias. Como las del artículo que nos regala quien no debe de ser más que una periodista atropellada ante la premura de tener que cumplir con el oficio del día. La mayoría de las afirmaciones del artículo carecen de una mínima comprobación; por ejemplo, ni siquiera se advierte que el supersello Astronave de Norma no solo se nutriría de novedades, sino también de algún título con años de publicación dentro del propio catálogo de los editores. Aunque se trate de un dato menor, da una idea de la forma en que se subsiste editorialmente.

Ismael dijo...

Creo que se está valorando la repercusión de las traducciones de algunos de esos títulos infantiles en nuestro país quizás únicamente por las tiradas y cifras de venta que las ediciones originales pudieran haber llegado a alcanzar dentro de sus propios mercados. Aunque ni los editores ni las librerías españolas sean comparables a los grupos editoriales y las enormes cadenas de distribución y venta donde han triunfado autores como Dav Pilkey o Raina Telgemeier. Sí, realmente son éxitos de venta en los Estados Unidos que se acaban licenciando en el resto del mundo. Y allí pueden hablar de un boom del cómic infantil con justificación, de un interés real por distinguir los tebeos de los libros ilustrados a través de la generalización de la palabrota que tan mal traducimos aquí como novela gráfica. Hasta están reelaborando y adaptando en forma de historieta obras que algunos de estos autores iniciaron como libros ilustrados, el ejemplo más famoso es el de Sito Kesito (Ricky Ricotta). Pero en España no existe ni un solo editor que haya logrado adaptar los baremos que sobre las franjas etárias y el control de los contenidos de la literatura, la ilustración y la historieta infantil vienen marcando libreros y editores estadounidenses para hacer atractivos y permisibles sus publicaciones. Que es parte importante de ese éxito.

Ismael dijo...

Aquí en España, seguramente hasta Los Futbolísimos, la serie infantojuvenil de novelas ilustradas (con páginas de historieta), deba su aceptación y popularidad al empeño y la decisión de sus creadores más que a ningún tipo de labor editorial concreto. Con esto me acabo de acordar de la colección de tebeos que adapta la saga de novelas Memorias de Idhún, creada por Laura Gallego, y de los que jamás he visto intento de promoción alguna por parte de SM. Se trata de la misma editorial que publica Los Futbolísimos de Roberto Santiago y Enrique Lorenzo y que en 2019 ha reeditado otra colección de novelas ilustradas (Sara y las goleadoras) de la Gallego con el añadido de páginas de historieta. Pero supongo que esto no es el boom que desea trasplantar en nuestros cocos la periodista del artículo ni los melones de divulgadores que la harán compañía en sus desvaríos. Qué más dará que de las cosas de Roberto Santiago acaben saliendo pelis y obras teatrales. O que los tebeos de Memorias de Idhún se lleven publicando desde 2009, que en ellos trabajen un montón de autores españoles, y que Netlix esté por sacar la adaptación de dibujos animados. ¡Viva el periodismo, la divulgación, y la moda boom... Me los imagino en plan Hulk Hogan rasgándose la camiseta al ritmo del himno estadounidense. Seguro que existen concentraciones de divulgadores donde hacen algo así de parecido.
Un ejemplo mucho más comprensible, por cercano: el editor francés de uno de los éxitos de esta explosión noticiera, Los diarios de Cereza / Els diaris de la Cirera (Les carnets de Cerise), ha debido dejarse un pastón en promocionar la serie y a sus autores durante al menos cinco o seis años. Resulta sencillo comprobarlo a través de internet. En cambio, la española Alfaguara se ha fundido el total de los cinco tebeos que comprenden la colección más el primero de una serie derivada en menos de dos dos años. Sabiendo que la exposición de estos tebeos infantiles (asimilados al libro ilustrado, tal como se exponen en el FNAC o en El Corte Inglés) suele ser incluso más corta que el de las novelas para adultos, no da para imaginar un tipo de venta masivo. Más bien que estén aplicando lo que ya era habitual con los libros ilustrados para niños: lanzar ediciones en varias lenguas, de forma simultánea o no. Bang ediciones venía haciéndolo con sus colecciones de Mamut en catalán y en español desde el hace años. Y ahora han traducido las nueve entregas de la serie Superpatata, cuya edición simultánea en español y catalán se inició en 2011 continuando hasta hoy, al gallego y al euskera en menos de un año. ¿Esto es un éxito? Pues a mí me parecen métodos muy bruguerianos. Y ni siquiera de los más viejos, como tratar de acaparar los estantes de las librerías, sino de una estrategia de pura subsistencia. Y una muestra más de la traslación de los usos de comercialización y licenciamiento del mercado de la ilustración infantil al campo de la historieta.
A falta de editores de tebeos con gran bolsillo y capacidad de financión debe ser lo que nos toca.