jueves, enero 02, 2014

HISTORIETISTAS ESPAÑOLES: ¿ESQUIROLES O MASOQUISTAS? Una aproximación a las reivindicaciones colectivas en nuestro país.

Lo cierto es que, salvo excepciones, podríamos decir que el colectivo de los historietistas, o al menos la parte que yo conozco, es gente que muchos definirían como "de izquierdas" (otra cosa es que lo sean, ojo, pero muchos lo entienden así) .

"El conflicto del Sahara en menos de
3000 palabras" de Mauro Entrialgo.
No es difícil encontrar ejemplos de autores "concienciados socialmente" que, de modo individual o colectivo, se implican en todo tipo de reivindicaciones. A todos los niveles, nacional o internacional. Desde el tema del Sáhara (donde encontramos a gente como Mauro Entrialgo) hasta asuntos vecinales como el de la iniciativa "I´m not a tourist" relacionada con la algarabía nocturna del Barrio Gótico de Barcelona (en el que encontramos a Gallardo como uno de sus más activos miembros) o las iniciativas comiqueras de "Salvem el Cabanyal" en Valencia. Los autores de historieta nunca han tenido problema en implicarse en todo tipo de saraos reivindicativos, siempre y cuando consideren que se trata de una causa justa.
"I´m not a tourist" de Miguel
Gallardo.

Tampoco faltan casos de creadores luchando en solitario por sus propios intereses y sus derechos de autor. Victor Mora, Ibañez o Sanchís son sólo algunos ejemplos de autores que han acabado demandando a sus editores. Unas veces sale bien y otras sale mal. No pasa muy a menudo, pero pasa. Cási siempre, claro, cuando el dibujante ha ganado el suficiente dinero como para contratar a un abogado particular. Aunque, incluso en esto, hay excepciones; recuerdo el caso de José Lanzón que recurrió, con resultados muy positivos, a una abogada de oficio para demandar a Carles Recio (sí, el de "Fallerella") por haber eliminado su firma de un dibujo y no haberle pagado lo que le debía.

Sin embargo, los actos colectivos de reivindicación de sus propios intereses gremiales son más bien escasos. Me refiero, por decirlo claramente, a autores reivindicando cosas de autores. Una huelga, un paro, una manifestación... Hablo en términos generales, no se me pongan a hilar fino. Tan sólo trato de responderme a mi mismo a la pregunta ¿nos movemos cuando afecta a nuestra profesión? ¿se ha hecho alguna vez? Tan sólo sido capaz de encontrar tres casos: La huelga de autores de Ediciones B, la de El Víbora y la manifestación de Ed. Valenciana.

Evidentemente a nadie se le escapa que, teniendo en cuenta que la mayoría de los que vivimos de esto trabajamos para editores extranjeros, una huelga general de dibujantes de tebeos en España tendría tan poca utilidad como repercusión (al menos en nuestro propio país) pero hay casos muy concretos en los que una huelga dentro de una determinada empresa tuvo como consecuencia una mejora de las condiciones laborales de los convocantes.

El caso Bruguera. Un claro ejemplo de varios autores haciendo, cada uno, la guerra por su cuenta. Cambio 16. Año 1986.


A principios de los años 90 hubo una huelga de autores en Ediciones B. Según cuenta el dibujante Miguel Francisco en esta interesante entrevista, durante un mes los lápices dejaron de producir.
“Al principio pretendieron trabajar de la misma manera que Bruguera, pero hicimos huelga, creo que la primera huelga de dibujantes de cómics. Como las revistas eran semanales, necesitaban páginas para editar, un paro de dos semanas era la debacle para ellos, así que sabíamos que literalmente teníamos la sartén por el mango. Alfonso López creo que fue uno de los que organizaron todo, y si no me equivoco, todos, excepto dos dibujantes que no mencionaré, seguimos la huelga y evidentemente conseguimos que nos respetaran el copyright, contrato de colaboración freelance, royalties y alguna cosa más que no recuerdo”.
Según el propio Miguel me aclaró en una conversación, en mi muro de FaceBook, lo que consigueron fué lo siguiente: “ Conseguimos respeto de la propiedad, devolución de originales, contrato, subida de precio por página, repago por segunda publicación y porcentaje de royalties en álbum."

¿Quién defiende los intereses de nuestra profesión? Mauro Entrialgo parece tener la respuesta.

En el número 4 de la revista "U, el hijo de Urich" (marzo de 1997) encontramos una interesante entrevista a Max en la que menciona la huelga de autores de "El víbora" en el año 1982.

“No se pagaba mal. Hubo un momento en que se pagaba muy bien porque hubo un plante. Ese fue un momento crítico en “El Víbora”, creo que en su tercer año. De repente a todos nos pareció que la revista se estaba vendiendo un huevo y que teníamos que ganar más. Ni cortos ni perezosos nos montamos un plante, una huelga, y Berenguer no se la tomó en serio. Debió de pensar que no llegaríamos a mantener el acuerdo, pero lo mantuvimos y cuando llegó el momento de que entregáramos “El Víbora” del mes siguiente, no tenía nada de nada. Nos amenazó con hacer la revista entera con dibujantes extranjeros, pero no se atrevió. Total, que subió lo que exigimos, que era muchísimo, era una pasta, era casi el doble, un 100% más. A partir de aquel momento estábamos muy bien pagados, pero a cambio el ambiente se enrareció porque Berenguer empezó a desconfiar de nosotros y nosotros de él. Y porque alguien adoptó la táctica del divide y vencerás, y cuando digo alguien no me refiero sólo a Berenguer, sino también a algunos de los dibujantes”

Tan sólo un año después el Diario de Avisos y El País se hacen eco de las movilizaciones de los creadores que demandaron a "Valenciana" la devolución de sus originales y unos cuatrocientos millones de pesetas en concepto de pagos atrasados por la reedición de su material (no consiguieron, por cierto, ninguna de las dos cosas).
En aquella ocasión los autores llegaron a manifestarse, con pancartas y todo, ante las oficinas de la editorial.

Página de Manuel E. Darias publicada
en el Diario de Avisos el 30-10-1983
A parte de esos tres, no he sido capaz de encontrar ningún otro caso en el que los autores de historietas hayan realizado un acto colectivo para reivindicar sus propios derechos de autor. A pesar de que, como sabemos los que nos dedicamos a esto, en nuestra profesión no exista ningún sindicato al que acudir cuando se producen abusos, no tengamos ningún tipo de regulación específica, ni tan siquiera unas tarifas mínimas aceptadas por la mayoría y esto sea más un "sálvese quien pueda" que otra cosa.
(Sí, ya lo se, existe una Asociación de Autores de Cómics de España, no hace falta que me lo recuerden, yo fui uno de sus creadores, pero como se da la circunstancia de que, en su momento, fui ignorado, censurado y difamado por su junta, acabé saliendo despavorido de allí. No es sólo que no quiera verla ni en pintura por motivos personales, además su capacidad de convocatoria continúa siendo mínima y sus actuaciones, al menos mientras yo estuve allí, parecían más orientadas a conseguir socios de pago que a defender nuestros intereses gremiales).

¿A qué se debe, entonces, que siendo, como muchos dirían que somos, más o menos, gente de izquierda, comprometida en todo tipo de causas, a veces muy ajenas, esta pereza reivindicativa sobre asuntos que nos competen directamente?

No sé si es porque, viviendo en un país donde la mayoría de la gente aún da gracias a Dios por levantarse cada día a realizar un trabajo que detesta, nosotros, que hacemos un trabajo que adoramos, tenemos una tendencia masoquista a ser incapaces de valorar nuestro propio esfuerzo consintiendo así los bajos precios porque, al menos, hacemos "lo que nos gusta"

¿Existe entre los autores de cómic españoles cierto complejo de culpa que no afecta a otros trabajadores como, por ejemplo, a los mineros, y que busca desesperadamente la redención en las malas condiciones contractuales?

Es una hipótesis que me resisto a descartar del todo.

Lo que parece estar claro es que si no hay regulación, ni unas tarifas mínimas (un salario mínimo sería algo impensable dado que somos trabajadores autónomos) es porque los autores no han (hemos) querido. A los que les va bien trabajando para editoriales extranjeras les (nos) importa muy poco lo que se pague en España. Y muchos autores noveles aceptan incluso trabajar gratis para editoriales de aquí con la esperanza de hacerlo, más adelante, para editoriales extranjeras por un precio más justo.

Viñetas de "El soñador" de Will Eisner. (1985)

Cosechamos lo que sembramos.
Sólo un dato: en el año 2008 participé en un álbum colectivo, que editó una editorial española, junto con otros once autores. Que yo sepa tan sólo fuimos dos los que exigimos contrato.

La de historietista en España sigue siendo una profesión de francotiradores aislados unos de otros. Y para ganar la guerra lo que hace falta es un ejército regular.

Quizá una regulación de tarifas no sirva para que el mundo se ahorme a nuestra conveniencia, pero al menos serviría para que nadie cobre por debajo de unos mínimos razonables, que es lo que sucede actualmente. Desde luego no regular es mucho peor. Si hubiera una regulación aceptada por los profesionales y sus clientes los que tienen un caché alto lo seguirían teniendo, y los que empiezan lo harían en condiciones más justas.

¿Por qué no hemos sido capaces de crear un sindicato de autores de cómic como si lo han hecho, por ejemplo, los actores españoles, teniendo en cuenta que ambas son profesiones liberales con muchos puntos en común?
La respuesta podría ser esta: porque lo actores españoles tienen trabajo en España, los autores españoles, salvo honrosas excepciones, NO.


Pero es que, además, como dijo Óscar Wilde, el problema del socialismo es que te quita muchas tardes libres.


Quiero agradecer la ayuda prestada por Miguel Gallardo, Jorge Ivan Argíz, Alberto López Aroca, Francisco Naranjo y Miguel Francisco durante la realización de este artículo. También a los amigos que tuvieron a bien comentar el tema en mi muro de FaceBook. ¡Gracias a todos!