miércoles, febrero 12, 2014

Presentación de "Eloisa y Napoleón" en la Librería Popular de Albacete el próximo sábado 15



El próximo sábado 15 de febrero, a las 13:00 horas, en la Librería Popular (C/ Octavio Cuartero 17), tendré el honor de presentar la preciosa novela gráfica de Francisco Ruizge y Cristina Florido  "Eloisa y Napoleón" editada por Dibbuks.

Esperamos contar con vuestra presencia y agradecemos la difusión de la noticia.

¡Allí nos vemos!

Reseñas de la obra:

Evento en FaceBook en este LINK

Ficha en la web de Dibbuks AQUÍ

lunes, febrero 03, 2014

En defensa del autor profesional


Crumb y el arte.

El pasado año unos amigos, autores noveles, buscando consejo me hicieron llegar el peor contrato de edición que he visto en mi vida. Y les aseguro que, en mis más de veinte años de experiencia, he visto muchos. Desde que comencé a ganarme la vida pintando monigotes me he topado con todo tipo de sinvergüenzas y aprovechados que, encima, pretendían hacer ver que me estaban haciendo un favor. Siempre he sido un imán para esta clase de gente. Esta es mi maldición personal o, como Alberto López Aroca lo define, mi “superpoder mutante”
Mario Ayuso, Megamultimedia… y muchos otros más. Dirán ustedes que en parte es culpa mía (no sería de extrañar, vivimos en un país donde la gente justifica los desahucios y se pone de parte de los bancos porque eran los desahuciados los que “se lo buscaron viviendo por encima de sus posibilidades”), dirán que he sido incapaz de gestionar adecuadamente mi propia carrera, y quizá no les falte razón. En mi defensa diré que lo he hecho lo mejor que he podido. No he tenido demasiada ayuda, nadie me ha asesorado durante todos estos años. Y es precisamente por eso que, cuando alguien me pide que valore el contrato que un editor le ha enviado, lo hago muy gustoso.
Las condiciones del susodicho contrato eran las siguientes:

1- Los autores no recibirían ningún tipo de adelanto económico en concepto de derechos de autor. Recibirían, eso sí, cinco ejemplares de la obra impresa (a repartir entre el dibujante y el guionista) a la entrega del material; unas 70 páginas en blanco y negro que había costado meses escribir y dibujar.

2- El editor se reservaba la exclusividad de la edición de la obra, en cualquier idioma y en cualquier territorio del mundo, durante cinco años.

3- Por cada 1000 ejemplares vendidos los autores recibirían 1 ejemplar impreso de la obra, pero ni un solo céntimo de las ventas irían a parar a sus bolsillos. Todos los beneficios obtenidos irían a parar al editor.

4- Los autores ni siquiera podrían vender los ejemplares recibidos.

Aquello no era un contrato, era una pesadilla. ¿Saben qué es lo peor de todo? Cuando los autores me trajeron aquello ya lo habían firmado.

Les convencí para que, al menos, renegociaran la clausula que otorgaba al editor la exclusividad internacional,. No podía ser que lo dieran todo a cambio de nada. Era poco probable que consiguieran vender este cómic a un editor extranjero, pero no imposible. Y, al menos, así podrían recibir algo de dinero por un trabajo que les llevó meses realizar. 
“Y, por favor, no volváis a firmar algo así” les pedí. Me sentí fatal, como si les estuviera riñendo, pero es que no soporto cuando la gente malvende su trabajo.
Está claro que son autores noveles y les puede la ilusión por ver su trabajo impreso; nos ha pasado a todos. Pero si quieren acabar profesionalizándose llegará un día en el que tengan que exigir unas condiciones mínimas.

Hace bien poquito participé en un álbum colectivo que se iba a editar en España. Teníamos un contrato firmado. El típico contrato estándar, con un adelanto del 10% sobre la mitad de la tirada y royalties una vez cubiertos los gastos. Finalmente el editor, que pasa por una situación económica complicada, se echó atrás. El guionista, creador de los personajes y todas las historias del cómic, recibió entonces dos ofertas editoriales sobre esa obra. Una de ellas de una editorial modesta, pero consolidada en el mercado, que ofrecía unas condiciones contractuales idénticas a las que firmamos con el anterior editor, y ,la otra, de una nueva editorial, también pequeña, que tenía una de las condiciones del contrato que me trajeron mis amigos: 0€ de adelanto.

Me puse furioso. 

Es cierto que este modelo especificaba que, una vez recuperada la inversión en imprenta, los beneficios se repartirían entre el editor y los autores al 50%; cosa que no pasaba en el contrato de mis colegas que, recuerden, no recibirían un duro jamás, tanto si había beneficios como si no. Esto convertía al segundo contrato en menos malo que el peor de todos los contratos que he visto en mi vida. Pero algo menos malo que el peor de todos sigue sin ser algo bueno, ¿verdad?
En España la gente no lee.
Fuente: Albacete en datos
Lo del reparto del 50% de los beneficios suena genial pero, ¿y si luego resulta que no hay beneficios?
Créanme, pasa más a menudo de lo que parece. En este país la gente no lee.  Las tiradas son ridículas y las ventas raquíticas. De modo que, cuando un autor firma un contrato que dice que no verá un duro hasta que haya beneficios se arriesga a no recibir ningún tipo de remuneración económica por su trabajo. Vaya, lo que viene siendo trabajar gratis. 
Ya sé que estamos en crisis y que la mitad de los jóvenes aceptaría cualquier empleo en cualquier lugar y con cualquier sueldo   pero eso no es lo deseable. 

Cuando el guionista nos pidió nuestra opinión a los dibujantes le pedí que aceptara la primera oferta. Aunque, como somos varios, no dependía solamente de mi, y estaba dispuesto a aceptar lo que se decidiera entre todos. Afortunadamente, al final nos hemos quedado con la opción que yo quería.

Sin saber esto último (pues tal decisión no estaba todavía tomada) y con el calentón subido puse el grito en el cielo, o en mi muro de Facebook (que para el caso es lo mismo) y descubrí, gracias a los comentarios,  que esa editorial no era la única que tenía estas condiciones. Al menos otras dos siguen esa misma política. Uno de los editores comentó que él no sentía ninguna vergüenza por hacerlo así. 
Dejando a un lado el hecho de que ningún sinvergüenza que conozca se siente como tal, está claro que no tiene por qué haber una mala intención. No creo que los editores que ofrecen este tipo de contratos sean unos villanos que viven en sus cuevas supersecretas, rodeados de tecnología steampunk y de tubos de ensayo humeantes, frotándose las manos mientras se ríen maliciosamente de los ingenuos autores que engañarán para que trabajen sin cobrar un adelanto. Pero que no haya mala intención no significa que no estés contribuyendo a perpetuar, e incluso empeorar, un modelo que ya de por sí es bastante perjudicial para la profesionalización de los autores y que devalúa continuamente su trabajo.

De hecho, nadie engaña a los autores para firmar con estas editoriales. Muy al contrario, algunos parecen encantados de hacerlo porque, a cambio, obtienen una libertad creativa total (sólo faltaría que encima les pusieran trabas en ese sentido)

Pero, entonces, ¿qué tipo de autores firman un contrato que les niega la posibilidad de recibir ese adelanto y, por tanto, no les asegura ningún tipo de remuneración económica?

Uno de los autores que lo hizo en su momento y que, amablemente, comentó mi entrada de Facebook y que, por supuesto, no sólo no se siente engañado sino que, además, parece encantado con este sistema, es un autor no profesional. Es decir, alguien que paga sus facturas con otro trabajo y en sus ratos libres dibuja cómics. Esto lo explica todo.
Y ahora no me vengan con lo de que juzgo a la gente y que pongo etiquetas y bla, bla, bla. Un profesional es alguien que vive de su trabajo. Y no lo digo yo, lo dice el diccionario
Soy consciente de que ser profesional no implica necesariamente hacer un trabajo de calidad (ahí tienen a Liefeld) de igual manera que ser autor no profesional no implica tampoco lo contrario. No estoy hablando de calidad sino de ganarse la vida con ello, así que no me vengan con zarandajas ni complejitos, que no estoy mirando a nadie por encima del hombro.
Unos autores son profesionales y otros no, eso es un hecho irrefutable.

¿Hay autores profesionales que firman esos contratos? Pues, aunque les parezca increíble, si. Trabajan normalmente con editoriales convencionales, con contratos convencionales, y lo hacen de manera regular. Pero, de vez en cuando, les apetece hacer algo diferente, arriesgado, “personal”, algo que no encuentra su sitio en el catálogo  de las editoriales para las que suelen trabajar y que paga sus facturas. Entonces recurren a estas otras editoriales. ¿Por qué no? Dado que ya tienen sus necesidades económicas cubiertas ¿por qué no cubrir también sus necesidades creativas? No necesitan cobrar un adelanto. Si hay beneficios, perfecto, y si no los hay, perfecto también.

¿No les parece algo injusto para los que sí necesitamos cobrar un adelanto para vivir?

¿Se imaginan que estas condiciones se dieran en otros trabajos? ¿Trabajaría un oficinista ocho horas diarias frente a un ordenador durante varios meses, si tuviera que esperar a que sus jefes cubrieran gastos y obtuviera beneficios para saber cuánto va a cobrar por el trabajo realizado, arriesgándose a no ver un duro? ¿Lo haría un minero? ¿Un camarero? ¿Un director de cine? Y ¿de qué iba a vivir mientras tanto?

Alguien dijo, en algún momento de la conversación, que los autores no viven del adelanto, sino de las ventas. Pues bien, eso es mentira. Dado que las ventas son ridículas (no sólo en España, sino que están bajando en todo el mundo) al final es del adelanto de lo que vivimos la mayoría de los autores.

"Trabaja grátis y, si hay beneficios, ya te pagamos"
El anuncio real que incendió las redes sociales.
¿No se parece demasiado a algunos contratos editoriales?
Incluso en la situación de crisis que tenemos, en la que, ahí al lado, se lían a tiros por un empleo público, a nadie le parece normal ni aceptable trabajar dos meses vendiendo ropa en una tienda con la promesa de que ya le pagarán si hay beneficios, entonces, ¿por qué nos parece normal que los autores trabajen durante varios meses en una historieta con esas condiciones?

Alguien habló, y esta es mi parte favorita, del “amor al arte”

Ya saben, el arte es como la religión, sirve para justificar cualquier cosa.

El amor al arte está muy bien, pero ¿qué me dicen del amor a un buen filete? ¿Qué me dicen del amor a comprarle ropa a tus hijos para que no vayan desnudos?

Yo no sé qué es el amor al arte, pero sí sé lo que es no tener trabajo y tener miedo a perder la casa y quedarme en la calle (debiéndole, además dinero al banco)
Desde luego el trabajo debe ser una fuente de felicidad, no sólo de ingresos (por eso soy dibujante de tebeos en vez de sicario de la mafia), pero no podemos olvidar que, por desgracia, vivimos en una sociedad capitalista. Personalmente aborrezco esta situación. Odio depender tanto del dinero y ojalá encontremos entre todos la manera de prescindir de él. Ojalá consigamos repartir equitativamente el trabajo y las riquezas del planeta (sin agotarlas) y eliminemos de una vez las desigualdades. Pero, de momento, dado que la mayoría de la gente que conozco no sólo no comparte este deseo sino que, muy al contrario, se mata a trabajar con la esperanza de acumular más bienes de los que necesitan, no me queda más remedio que seguir utilizando el dinero.

Absolute Evikl Art. Holeraw, personaje de Enki Bilal en "Quatre?",
justificaba incluso el asesinato si su finalidad era la de
crear una obra de arte. De momento sólo justifican la precariedad.
Casterman (2007)
Y si, además, quiero seguir obteniéndolo a cambio de dedicar la mayor parte de mi tiempo a escribir y dibujar historietas, que es lo que me apasiona, tengo que profesionalizarme. Algo que, afortunadamente, conseguí hace años y, con mucho esfuerzo, trato de mantener.

Mis autores favoritos son autores profesionales. Seguramente no es algo casual. Seguramente han alcanzado un nivel estético, un control de la anatomía artística o de la narrativa porque le han dedicado toda su atención, porque han practicado mucho. Y si alguien no les hubiera pagado por hacerlo seguramente jamás habrían podido alcanzarlo.
Puedo hacerles una enorme lista de autores profesionales que me encantan y, ya puestos, puedo hacerles otra lista de autores no profesionales cuyo trabajo me parece incompleto, pueril y, claro, poco profesional (algunos de ellos con varios premios de la crítica en su haber)

"¿Qué me dicen del amor a un buen filete?"
Si usted no necesita profesionalizarse lo entiendo ¿pero no sería maravilloso que le pagaran bien por hacer esos cómics que hace en sus ratos libres?

Si ya es un profesional bien pagado, pero busca la libertad creativa que su editorial no le puede ofrecer, ¿no sería maravilloso que también le pagaran justamente por buscar la libertad creativa en otra parte?

¿Y no es lógico perseguir algo que nos parece maravilloso y justo, en vez de encogernos de hombros y decir “esto es lo que hay”?

No creo que Regis Loisel, Miguelanxo Prado, Alfonso Font, Carlos Giménez, Paco Roca, Juanjo Guarnido u otros autores profesionales que respeto y admiro profundamente y que viven de su trabajo como historietistas renuncien a la libertad creativa. No creo que, por ser profesionales, amen el arte menos de lo que dicen amarlo los que lo hacen por hobby. No creo que para ellos el cómic haya dejado de ser un medio de expresión y se haya convertido en una mercancía.

El ideal al que aspiro es ese y no trabajar en algo que no me apasiona para, en mis ratos libres, trabajar aun más en algo que sí lo hace.

Les diré una cosa, yo he realizado trabajos de encargo y he realizado trabajos en los que tenía libertad creativa. Y hacer lo primero es, con diferencia, mucho más difícil. Pero, eso sí, en ambos casos me preocupé de cobrar mi adelanto. ¡Y menos mal que lo hice!, porque nunca he sido un superventas.

De verdad, me da igual que sean profesionales o no, me da igual que su trabajo sea bueno o malo, lo que no soporto es cuando cogen ese trabajo y lo malvenden.

En Grafiscopio lo tienen claro.

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