Pues esta es la deriva que, en los últimos años, parecen haber sufrido muchas ferias de cómic en nuestro país.
Y les cuento esto porque desde hace algunos días cada vez que abro la prensa local me echo a temblar. Según comentan AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ Valencia, ciudad en la que resido actualmente, se postula como candidata a convertirse en la sede española de ComicCon San Diego. La noticia, a priori, no debería de preocuparme, si no fuera porque todo apunta a que la cosa puede llegar a ser más esperpéntica de lo que imaginaba.
Se habla de crear "zonas de juego y gincanas", de "exportar el juego de la Fallera Calavera" se especula con la posibilidad de que los valencianos se disfracen de "la Bruja Avería, Naranjito o Espinete y Don Pin Pon"
¿Puede alguien explicarme qué tiene eso que ver con la cultura o el arte?
¿Es ese el modelo de convención que queremos?
Como era de esperar el partido político que actualmente ocupa la alcaldía del Ayuntamiento (previo pacto con el PSOE y València en Comú) acude raudo para marcarse un tanto en busca del voto friki que tan buenos resultados le dió en las pasadas elecciones. ¿Recuerdan esos carteles de Compromís en los que los modelos llevaban camisetas de "Juego de Tronos" y "Padre de Familia" de los que ya hablamos por aquí?
El alcalde de Valencia, Joan Ribó, ¿a por el voto friki one more time? |
Les aseguro que no estoy en contra de los videojuegos, el cine, el cosplay o la comida. Soy muy jugón, me encanta el cine, sigo varias cuentas de cosplay en Instagram y, por supuesto, necesito comer. Pero creo que todo tiene su momento y, desde luego, su espacio. Si no se llamara "Comic Con" me daría igual lo que hicieran ahí dentro.
No se confundan conmigo, no busco un modelo elitista, quiero atraer al público general, pero me interesa más fomentar la lectura que la venta de ramen.
Quiero un modelo popular, cultural y artístico como el de Angouleme, el de Viñetas desde el Atlántico o el del último Salón de Cómic de Granada. Quiero que haya exposiciones de originales, charlas con autores, conferencias y sesiones de firmas. Y, llámenme loco, quiero que haya cómics.
Salon du Livre de Boulogne-Billancourt. ¿Dónde demonios está el puesto de ramen? (Fotografía extraída de aquí) |
Desde el 2011 la ASOVALCOM celebra unas modestas, pero muy dignas, jornadas de cómic en Valencia. ¿Por qué no se les dota a ellos de más presupuesto para que, por ejemplo, los autores invitados no tengan que pagarse la cena del último día de su bolsillo, en vez de fomentar un macro-festival que sólo va a beneficiar a una empresa privada?
Habrá que esperar a ver qué pasa, porque de momento no hay nada claro, pero me temo lo peor.
2 comentarios:
Hola Sergio, he leído tu articulo y no he podido evitar el hacer esta intromisión, espero que no te moleste. El caso es que leyéndolo me he acordado en lo que se ha convertido el salón del Manga de Barcelona, y lo que era, antes habían exposiciones de originales, de hecho en ena de las últimas veces que fui a la Farga de L´Hospitalet, pude ver una exposición de Luis royo,( aún tengo las fotos) algo que no se ha vuelto a repetir por desgracia, para convertirse en eso que tanto temes, por lo menos aún me queda El Salón del cómic de Barcelona.., de momento.
Un saludo.
Hola Ana. Muchas gracias por tomarte la molestia de publicar un comentario.
Si, efectivamente todo apunta a que la mayoría de los eventos comiqueros de este país seguirán esa deriva. Lo que puede ser un desesperado intento de abaratar costes (exponer originales supone un importante gasto económico en el pago del seguro además de un considerable esfuerzo organizativo)y atraer a consumidores de otro tipo de ocio (cine, TV, videojuegos...)puede convertirse en una pérdida de identidad y de contenido cultural o artístico.
Siempre procuro asistir al Salón del cómic de Madrid. El pasado año me fue imposible porque me pilló en París, pero lo que me han contado de ese evento es bastante preocupante. Espero que recuperen el rumbo porque era uno de mis salones favoritos. De momento nos queda Barcelona, pero ni siquiera este salón es lo que era. Esperemos que no degenere la cosa.
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