Crumb y el arte. |
El pasado año unos amigos, autores noveles, buscando consejo me hicieron llegar el peor contrato de edición que he visto en mi vida. Y les aseguro que, en mis más de veinte años de experiencia, he visto muchos. Desde que comencé a ganarme la vida pintando monigotes me he topado con todo tipo de sinvergüenzas y aprovechados que, encima, pretendían hacer ver que me estaban haciendo un favor. Siempre he sido un imán para esta clase de gente. Esta es mi maldición personal o, como Alberto López Aroca lo define, mi “superpoder mutante”
Mario Ayuso, Megamultimedia… y muchos otros más. Dirán ustedes que en parte es culpa mía (no sería de extrañar, vivimos en un país donde la gente justifica los desahucios y se pone de parte de los bancos porque eran los desahuciados los que “se lo buscaron viviendo por encima de sus posibilidades”), dirán que he sido incapaz de gestionar adecuadamente mi propia carrera, y quizá no les falte razón. En mi defensa diré que lo he hecho lo mejor que he podido. No he tenido demasiada ayuda, nadie me ha asesorado durante todos estos años. Y es precisamente por eso que, cuando alguien me pide que valore el contrato que un editor le ha enviado, lo hago muy gustoso.
Las condiciones del susodicho contrato eran las siguientes:
1- Los autores no recibirían ningún tipo de adelanto económico en concepto de derechos de autor. Recibirían, eso sí, cinco ejemplares de la obra impresa (a repartir entre el dibujante y el guionista) a la entrega del material; unas 70 páginas en blanco y negro que había costado meses escribir y dibujar.
2- El editor se reservaba la exclusividad de la edición de la obra, en cualquier idioma y en cualquier territorio del mundo, durante cinco años.
3- Por cada 1000 ejemplares vendidos los autores recibirían 1 ejemplar impreso de la obra, pero ni un solo céntimo de las ventas irían a parar a sus bolsillos. Todos los beneficios obtenidos irían a parar al editor.
4- Los autores ni siquiera podrían vender los ejemplares recibidos.
Aquello no era un contrato, era una pesadilla. ¿Saben qué es lo peor de todo? Cuando los autores me trajeron aquello ya lo habían firmado.
Les convencí para que, al menos, renegociaran la clausula que otorgaba al editor la exclusividad internacional,. No podía ser que lo dieran todo a cambio de nada. Era poco probable que consiguieran vender este cómic a un editor extranjero, pero no imposible. Y, al menos, así podrían recibir algo de dinero por un trabajo que les llevó meses realizar.
“Y, por favor, no volváis a firmar algo así” les pedí. Me sentí fatal, como si les estuviera riñendo, pero es que no soporto cuando la gente malvende su trabajo.
Está claro que son autores noveles y les puede la ilusión por ver su trabajo impreso; nos ha pasado a todos. Pero si quieren acabar profesionalizándose llegará un día en el que tengan que exigir unas condiciones mínimas.
Hace bien poquito participé en un álbum colectivo que se iba a editar en España. Teníamos un contrato firmado. El típico contrato estándar, con un adelanto del 10% sobre la mitad de la tirada y royalties una vez cubiertos los gastos. Finalmente el editor, que pasa por una situación económica complicada, se echó atrás. El guionista, creador de los personajes y todas las historias del cómic, recibió entonces dos ofertas editoriales sobre esa obra. Una de ellas de una editorial modesta, pero consolidada en el mercado, que ofrecía unas condiciones contractuales idénticas a las que firmamos con el anterior editor, y ,la otra, de una nueva editorial, también pequeña, que tenía una de las condiciones del contrato que me trajeron mis amigos: 0€ de adelanto.
Me puse furioso.
Es cierto que este modelo especificaba que, una vez recuperada la inversión en imprenta, los beneficios se repartirían entre el editor y los autores al 50%; cosa que no pasaba en el contrato de mis colegas que, recuerden, no recibirían un duro jamás, tanto si había beneficios como si no. Esto convertía al segundo contrato en menos malo que el peor de todos los contratos que he visto en mi vida. Pero algo menos malo que el peor de todos sigue sin ser algo bueno, ¿verdad?
En España la gente no lee. Fuente: Albacete en datos |
Lo del reparto del 50% de los beneficios suena genial pero, ¿y si luego resulta que no hay beneficios?
Créanme, pasa más a menudo de lo que parece. En este país la gente no lee. Las tiradas son ridículas y las ventas raquíticas. De modo que, cuando un autor firma un contrato que dice que no verá un duro hasta que haya beneficios se arriesga a no recibir ningún tipo de remuneración económica por su trabajo. Vaya, lo que viene siendo trabajar gratis.
Ya sé que estamos en crisis y que la mitad de los jóvenes aceptaría cualquier empleo en cualquier lugar y con cualquier sueldo pero eso no es lo deseable.
Cuando el guionista nos pidió nuestra opinión a los dibujantes le pedí que aceptara la primera oferta. Aunque, como somos varios, no dependía solamente de mi, y estaba dispuesto a aceptar lo que se decidiera entre todos. Afortunadamente, al final nos hemos quedado con la opción que yo quería.
Sin saber esto último (pues tal decisión no estaba todavía tomada) y con el calentón subido puse el grito en el cielo, o en mi muro de Facebook (que para el caso es lo mismo) y descubrí, gracias a los comentarios, que esa editorial no era la única que tenía estas condiciones. Al menos otras dos siguen esa misma política. Uno de los editores comentó que él no sentía ninguna vergüenza por hacerlo así.
Dejando a un lado el hecho de que ningún sinvergüenza que conozca se siente como tal, está claro que no tiene por qué haber una mala intención. No creo que los editores que ofrecen este tipo de contratos sean unos villanos que viven en sus cuevas supersecretas, rodeados de tecnología steampunk y de tubos de ensayo humeantes, frotándose las manos mientras se ríen maliciosamente de los ingenuos autores que engañarán para que trabajen sin cobrar un adelanto. Pero que no haya mala intención no significa que no estés contribuyendo a perpetuar, e incluso empeorar, un modelo que ya de por sí es bastante perjudicial para la profesionalización de los autores y que devalúa continuamente su trabajo.
De hecho, nadie engaña a los autores para firmar con estas editoriales. Muy al contrario, algunos parecen encantados de hacerlo porque, a cambio, obtienen una libertad creativa total (sólo faltaría que encima les pusieran trabas en ese sentido)
Pero, entonces, ¿qué tipo de autores firman un contrato que les niega la posibilidad de recibir ese adelanto y, por tanto, no les asegura ningún tipo de remuneración económica?
Uno de los autores que lo hizo en su momento y que, amablemente, comentó mi entrada de Facebook y que, por supuesto, no sólo no se siente engañado sino que, además, parece encantado con este sistema, es un autor no profesional. Es decir, alguien que paga sus facturas con otro trabajo y en sus ratos libres dibuja cómics. Esto lo explica todo.
Y ahora no me vengan con lo de que juzgo a la gente y que pongo etiquetas y bla, bla, bla. Un profesional es alguien que vive de su trabajo. Y no lo digo yo, lo dice el diccionario.
Soy consciente de que ser profesional no implica necesariamente hacer un trabajo de calidad (ahí tienen a Liefeld) de igual manera que ser autor no profesional no implica tampoco lo contrario. No estoy hablando de calidad sino de ganarse la vida con ello, así que no me vengan con zarandajas ni complejitos, que no estoy mirando a nadie por encima del hombro.
Unos autores son profesionales y otros no, eso es un hecho irrefutable.
¿Hay autores profesionales que firman esos contratos? Pues, aunque les parezca increíble, si. Trabajan normalmente con editoriales convencionales, con contratos convencionales, y lo hacen de manera regular. Pero, de vez en cuando, les apetece hacer algo diferente, arriesgado, “personal”, algo que no encuentra su sitio en el catálogo de las editoriales para las que suelen trabajar y que paga sus facturas. Entonces recurren a estas otras editoriales. ¿Por qué no? Dado que ya tienen sus necesidades económicas cubiertas ¿por qué no cubrir también sus necesidades creativas? No necesitan cobrar un adelanto. Si hay beneficios, perfecto, y si no los hay, perfecto también.
¿No les parece algo injusto para los que sí necesitamos cobrar un adelanto para vivir?
¿Se imaginan que estas condiciones se dieran en otros trabajos? ¿Trabajaría un oficinista ocho horas diarias frente a un ordenador durante varios meses, si tuviera que esperar a que sus jefes cubrieran gastos y obtuviera beneficios para saber cuánto va a cobrar por el trabajo realizado, arriesgándose a no ver un duro? ¿Lo haría un minero? ¿Un camarero? ¿Un director de cine? Y ¿de qué iba a vivir mientras tanto?
Alguien dijo, en algún momento de la conversación, que los autores no viven del adelanto, sino de las ventas. Pues bien, eso es mentira. Dado que las ventas son ridículas (no sólo en España, sino que están bajando en todo el mundo) al final es del adelanto de lo que vivimos la mayoría de los autores.
"Trabaja grátis y, si hay beneficios, ya te pagamos" El anuncio real que incendió las redes sociales. ¿No se parece demasiado a algunos contratos editoriales? |
Incluso en la situación de crisis que tenemos, en la que, ahí al lado, se lían a tiros por un empleo público, a nadie le parece normal ni aceptable trabajar dos meses vendiendo ropa en una tienda con la promesa de que ya le pagarán si hay beneficios, entonces, ¿por qué nos parece normal que los autores trabajen durante varios meses en una historieta con esas condiciones?
Alguien habló, y esta es mi parte favorita, del “amor al arte”
Ya saben, el arte es como la religión, sirve para justificar cualquier cosa.
El amor al arte está muy bien, pero ¿qué me dicen del amor a un buen filete? ¿Qué me dicen del amor a comprarle ropa a tus hijos para que no vayan desnudos?
Yo no sé qué es el amor al arte, pero sí sé lo que es no tener trabajo y tener miedo a perder la casa y quedarme en la calle (debiéndole, además dinero al banco)
Desde luego el trabajo debe ser una fuente de felicidad, no sólo de ingresos (por eso soy dibujante de tebeos en vez de sicario de la mafia), pero no podemos olvidar que, por desgracia, vivimos en una sociedad capitalista. Personalmente aborrezco esta situación. Odio depender tanto del dinero y ojalá encontremos entre todos la manera de prescindir de él. Ojalá consigamos repartir equitativamente el trabajo y las riquezas del planeta (sin agotarlas) y eliminemos de una vez las desigualdades. Pero, de momento, dado que la mayoría de la gente que conozco no sólo no comparte este deseo sino que, muy al contrario, se mata a trabajar con la esperanza de acumular más bienes de los que necesitan, no me queda más remedio que seguir utilizando el dinero.
Mis autores favoritos son autores profesionales. Seguramente no es algo casual. Seguramente han alcanzado un nivel estético, un control de la anatomía artística o de la narrativa porque le han dedicado toda su atención, porque han practicado mucho. Y si alguien no les hubiera pagado por hacerlo seguramente jamás habrían podido alcanzarlo.
Puedo hacerles una enorme lista de autores profesionales que me encantan y, ya puestos, puedo hacerles otra lista de autores no profesionales cuyo trabajo me parece incompleto, pueril y, claro, poco profesional (algunos de ellos con varios premios de la crítica en su haber)
"¿Qué me dicen del amor a un buen filete?" |
Si ya es un profesional bien pagado, pero busca la libertad creativa que su editorial no le puede ofrecer, ¿no sería maravilloso que también le pagaran justamente por buscar la libertad creativa en otra parte?
¿Y no es lógico perseguir algo que nos parece maravilloso y justo, en vez de encogernos de hombros y decir “esto es lo que hay”?
No creo que Regis Loisel, Miguelanxo Prado, Alfonso Font, Carlos Giménez, Paco Roca, Juanjo Guarnido u otros autores profesionales que respeto y admiro profundamente y que viven de su trabajo como historietistas renuncien a la libertad creativa. No creo que, por ser profesionales, amen el arte menos de lo que dicen amarlo los que lo hacen por hobby. No creo que para ellos el cómic haya dejado de ser un medio de expresión y se haya convertido en una mercancía.
El ideal al que aspiro es ese y no trabajar en algo que no me apasiona para, en mis ratos libres, trabajar aun más en algo que sí lo hace.
Les diré una cosa, yo he realizado trabajos de encargo y he realizado trabajos en los que tenía libertad creativa. Y hacer lo primero es, con diferencia, mucho más difícil. Pero, eso sí, en ambos casos me preocupé de cobrar mi adelanto. ¡Y menos mal que lo hice!, porque nunca he sido un superventas.
De verdad, me da igual que sean profesionales o no, me da igual que su trabajo sea bueno o malo, lo que no soporto es cuando cogen ese trabajo y lo malvenden.
En Grafiscopio lo tienen claro. |
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13 comentarios:
SERGIO
una pregunta: ¿Por qué los autores, por qué tu concretamente, No dáis los nombres de los editores que juegan este juego, que ofrecen estos No-Contratos, que abusan así de los dibujantes más jóvenes e inexpertos?
Lo que acabo de leerte está MUY BIEN pero estaría mejor que tu y el resto de los dibujantes profesionales advirtieseis públicamente de qué empresas editoriales continúan actuando como Piratas....- Antonio Martin
Al resto de autores no se, pero a mi, personalmente, nunca me han gustado las listas negras.
Además, como cuento, estas empresas no engañan a nadie, esas condiciones figuran en sus contratos y sólo de los creadores depende firmarlos o no.
Pero, sobre todo, estoy convencido de que sería inútil hacerlo. Mi intención no es situar carteles de "peligro", me limito a opinar sobre estas editoriales, a argumentar por qué yo no trabajo con ellas y a esperar que los autores noveles (y los no tan noveles) reflexionen sobre ello.
Muy buen artículo, Sergio. Una pregunta, ¿cómo ves los contratos que ofrecen un porcentaje razonable de todos los ejemplares que se vendan y no solo de los que se vendad a partir de que empiece a dar beneficios?
Un saludo y continúa con este tipo de reflexiones que tanto ayudan.
Yo no trabajaría sin una garantía de sueldo. Supongo que si nadie trabajase por tan poco no existirían esos contratos pero, por desgracia, siampre habrá gente tan desesperada que incluso eso les parezca suficiente.
Hola Segio,y Antonio Martin.
Una de esas editoriales es Diabolo,las otras no lo sé.
Un saludo. Rafa Garres
Roberto: En mis contratos se especifica que yo cobro un porcentaje sobre las ventas de todos los ejemplares que se impriman y el adelanto que recibo al entregar las páginas es sobre la mitad de la tirada. Es decir, antes siquiera de que estos salgan a la venta. Esas son las condiciones que veo razonables. A partir de ahí que cada cual firme lo que considere apropiado.
Holden: Efectivamente los aprovechados existen porque hay quien deja que se aprovechen de ellos, y no al revés.
Rafa: ¿Seguro? Hasta donde yo tengo entendido Diabolo funciona como la mayoría de las editoriales, con un anticipo de porcentaje sobre la mitad de la tirada. (Y tampoco conozco a ningún autor al que le deban dinero, dicho sea de paso) Quizá hayan cambiado de sistema, pero me extrañaría... ¿No te confundes de editorial?
Discrepo en la consideración de profesional sólo a quien cobra de un intermediario (una editorial) por su trabajo.
Cobrar el 10 % del rendimiento de tu trabajo es muy poco. No cobrar nada, evidentemente, es todavía peor, pero las condiciones que ofrece cualquier editorial, hasta la más generosa, dadas las tiradas que se manejan, hacen muy difícil la profesionalización tal y como (intuyo que) tú la entiendes (trabajar SÓLO en el cómic y SÓLO a través de editoriales).
Estoy totalmente de acuerdo en que la autoría de cómics (dibujo, guión o ambas cosas) debe dignificarse profesionalmente empezando por la actitud de los propios autores, pero entender el trabajo por cuenta ajena como única vía posible yo creo que no es del todo realista.
Yo suelo utilizar el crowdfunding para editar lo que hago, no considero un 10% del rendimiento de mi trabajo un pago justo, nunca iré detrás de un empresario para mendigarle un diez por ciento de un trabajo que YO he hecho.
Y te aseguro que los que dibujamos y editamos por medio de la autogestión no lo hacemos gratis...ganamos dinero, y por lo que me parece, bastante más de lo que uno puede esperar encomendándose a la mayoría de las editoriales.
Quizá en esta reflexión que haces (interesante y necesaria) falte también repensar si un autor, dada la cantidad de herramientas que tiene a disposición hoy en día, necesita tantos intermediarios...
Mariano: Me temo que o me he explicado mal o no me has entendido. En realidad yo jamás he dicho que un profesional lo sea sólo si trabaja con un editor. Yo entiendo que uno se convierte en profesional cuando se dedica a una profesión de manera continuada (no necesariamente exclusiva) remunerada y que le permite subsistir. El hecho de que sea un editor o, como es tu caso, directamente unos lectores quienes le hagan llegar esa remuneración no afecta, en lo que a mi respecta, a esa definición. Tan profesional es, para mi, alguien que trabaja para una editorial como alguien que se autoedita. De hecho los que os dedicáis a la autoedición tenéis todo mi respeto y mi más profunda admiración. Vosotros NO malvendéis vuestro trabajo. Al contrario. Lo valoráis mejor que nadie. Y, desde luego, no trabajáis gratis. Respecto al crowdfunding, debo decir que es, seguramente, lo mejor que nos ha podido pasar a los creadores. Quizá no lo sepas, pero yo también he realizado un par de crowdfundings con el escritor Alberto López Aroca y preparo unos cuantos más. Ojalá llegue el día en que este sistema se asiente como una forma de consumo habitual de cultura. Aunque las editoriales convencionales no nos lo van a poner fácil, eso seguro. De hecho comienzo a percibir una campaña de desprestigio en algunos medios. Sobre este tema, y sobre la necesidad o no de los intermediarios la cultura, escribo actualmente un artículo que espero publicar en breve en este mismo blog.
Bueno, es lo que me había parecido entender en tu entrada, en la que en todo momento se habla de la remuneración como un pago por un tercero, y afortunadamente, no es la única manera de ejercer la "profesión".
Aún así, creo que no se pueden establecer acotaciones tan rigurosas en una realidad que es mucho más compleja.
En teoría, como dices, la independencia (cobrar de otros trabajos o editar sin editorial) debería llevar casi por defecto a hacer un trabajo más creativo y personal que el que hay en el "stablisment". Pero hay muchos trabajos editados por grandes editoriales en los que hay muchísima creatividad y cosas muy personales, y hay trabajos autoeditados y muy "independientes" que siguen caminos superconvencionales. Conclusión: la realidad no es tan simple y a veces no es realista sacar conclusiones.
Por otro lado, yo creo que cualquiera está, como tú, en contra de que se malvenda el trabajo (sea cual sea), pero no se hasta que punto esto es un problema significativo en el mundo del cómic. Yo conozco a mucha gente que ha editado de todas las maneras posibles, que ha tenido más o menos éxito de ventas y de acercamiento al público, a la que leen miles o leen cientos, pero nunca he conocido a nadie que trabaje gratis, ni que pase por contratos en los que el pago sea un ejemplar de su propia obra, ni nada de esto.
Supongo que habrá editoriales que lo intenten a ver si cuela, y habrá quien pase por el aro, pero también hay gente que llama a adivinos que salen en la tele. En fín, que yo creo que son editoriales marginales y que siempre puede picar alguien, pero es algo que no es tan signifcativo como para darle importancia, y en todo caso, es gente que sólo se prejudica a sí misma.
Por otro lado, te doy la razón, yo también percibo un cierto intento de desprestigio del crowdfunding, pero no veo que venga de los medios (muchos tienen maneras de financiación bastante menos confesables) ni de editores, sino curiosamente, de algunos autores...
Como digo, para mi un profesional es alguien que vive de su trabajo. Si el que le paga por su trabajo es un editor o, directamente, un lector me es indiferente. Lamento que no se haya entendido bien.
Conclusiones no saco ninguna. Me limito a reflexionar "en voz alta" y soy muy consciente de que puedo estar equivocado, pero no puedo evitar pensar de la manera en que pienso.
Claro que hay autores que malvenden y hasta regalan su trabajo. Autores noveles sobre todo. Muestra de ello es el ejemplo que pongo en mi entrada. Ya sabes, los dos compañeros que firmaron un contrato que no les reportaba ningún beneficio económico.
Efectivamente yo también percibo que alguno autores desprestigian al crowdfunding. Como si este modo de financiación fuera algo nuevo (hasta Mark Twain lo utilizaba) o los que lo empleamos lo hiciéramos porque nadie quiere editarnos. En algunos casos es así (lo cual, teniendo en cuenta la cantidad de basura que se edita hoy en día no tiene por que ser deshonroso), pero en otros se trata, sencillamente, de eliminar intermediarios y buscar cierta libertad creativa.
Peor para ellos :)
Tú lo has dicho, los autores que pueden caer en malvender (o regalar) su trabajo son sobre todo autores noveles. Luego se trata de un problema más de falta de experiencia o de información que de falta de profesionalidad.
Un autor novato con muchas ganas de publicar su trabajo puede caer en el error de hacerlo a cualquier precio, pero probablemente lo hará sólo una vez, hasta que sea consciente de que eso no le ha reportado ningún beneficio (no sólo a nivel económico).
Por eso yo no creo que ese tipo de actitudes sean realmente una amenaza para nadie, sino torpezas propias de quien empieza en algo, con todo su derecho a equivocarse.
Eso se combate, creo, más que con acotación de espacios, con información y con pedagogía. Tú mismo (creo recordar) hiciste una gran labor pedagógica al ser uno de los primeros autores (si no el primero)que habló con claridad de NÚMEROS. Luego se sumaron más autores, y yo creo que eso sí es algo realmente necesario y positivo en un mundo (sobre todo si lo focalizamos en las editoriales) donde no hay mucha transparencia (aunque tampoco quiero generalizar en esto).
Yo, aunque no esté de acuerdo en la forma con algunas de las cosas que dices, si lo estoy en el fondo, puedo entender que moleste que se devalúe el trabajo. Pero la devaluación de los trabajos, desgraciadamente, ocurre en todos los sectores. Y en este sentido, a mi personalmente, me enciende muchísimo más abrir el Premio Nacional de Cómic, sin ir más lejos, y ver que está impreso en CHINA, como el 90 por ciento de los tebeos que veo últimamente.
No estoy seguro de que el hecho de que algunos autores malvendan su trabajo sea o no una amenaza para nuestra profesión. En cualquier caso no importa demasiado, lo que de verdad es preocupante, y en eso estarás de acuerdo, es lo poco que se lee en este país. Baste ver el gráfico que adjunto para darse cuenta de ello. Por eso la mayoría de los que vivimos de esto tenemos que trabajar para editoriales extranjeras (americanas o francesas/belgas en su mayoría).
En mi trabajo diario no me afecta directamente que otros malvendan su obra, pero pienso (y se trata de una opinión muy personal y muy meditada) que devalua nuesto oficio. Yo no estoy atacando a nadie ( aunque algunos se han sentido atacados) ni le digo a nadie lo que debe de hacer. Que cada palo aguante su vela que ya somos mayorcitos. Pero, como digo, es mi manera de verlo. Sobre fútbol no opino porque ni me va ni me viene, pero, a diferencia de otros que van de artistas a pesar de que lo de hacer tebeos sea para ellos un hobby, yo me gano las lentejas con esto y creo que tengo todo el derecho del mundo a opinar.
Respecto a lo de imprimir fuera de España, complicado. Tiene que ver con temas de competitividad, mercado global y ese tipo de cosas que me resultan ajenas. Si te diré, sobre el Premio Nacional de cómic, que yo formé parte del grupo de personas que ayudó a redactar las bases del mismo al equipo del ministerio de cultura y que, después, me sentí enormemente decepcionado cuando vi que los primeros años no hicieron ningún caso de sus propias bases. El primer año, por ejemplo, dieron el premio a una obra recopilatoria, a pesar de que las bases no lo permitían, y el segundo lo dieron a una obra producida en Francia, a pesar de que las bases tampoco lo permitían. Así que, ya ves...
Muy interesante, estoy de acuerdo. Yo trabajo de modelador para pelis videojuegos y demás y también veo en foros gente novel que no vive aún de esto y se ofrece a trabajar gratis para empresas, sin saber el daño que ocasionan a los que trabajamos profesionalmente de esto. En el mundo artístico creo que por desgracia pasa mucho... Demasiado.
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