Escribo estas líneas preocupado por la
deriva de los acontecimientos y en base a opiniones y movimientos que
vengo observando en algunos de mis compañeros.
Y lo hago para apelar, primero, a la
sensatez (o al menos a lo que yo considero sensato), y segundo, si
eso falla, a la solidaridad.
La historia es la siguiente:
El 11 de enero de 2007 fui invitado, en
calidad de representante de AACE (Asociación de Autores de Cómic de
España) por Xose Areses, el entonces Subdirector
Adjunto de la Subdirección
General de Promoción del Libro, de la Lectura y de las Letras
Españolas del
Ministerio de Cultura a reunirme en la sede de la Subdirección
General de Promoción del Libro, sita en la calle Santiago Rusiñol
nº 8 de Madrid, para formar parte de un grupo de trabajo creado
previamente para sentar las bases del Premio Nacional de Cómic.(*)
Uno
de los objetivos de dicho premio ( o eso creí entender yo) era la de
fomentar la creación y edición de obras en España, no la de
fomentar que los autores españoles se busquen la vida fuera del país
y el que los editores adquieran luego esas obras publicada por
editoriales extranjeras dibujada por autores españoles (que es lo
que pasa actualmente).
Lógicamente
si se premian obras realizadas por autores españoles pero que han
sido producidas en Francia, Japón o Estados Unidos lo que se está
fomentando desde el Estado es todo lo contrario. Se está animando
a las editoriales que sigan haciendo lo que hacen ahora, es
decir, comprar el 90% de lo que se publica en España fuera.
Y por eso la resolución segunda de dicho premio especifica lo
siguiente:
(Resolución Segunda) Al Premio
Nacional de Cómic optarán las obras escritas en cualquier lengua
española por autores españoles y editadas en España en su
primera edición, entre el 1 de enero y el 31 de diciembre.
(BOE
del 20 de junio de 2007)
Que un autor español, que ya opta a
los Premios Nacionales de los países extranjeros en los que se
publican originariamente (como lo fue el caso de Blacksad que
recibió, entre otros, el premio a mejor serie en Angouleme en 2006)
opte a un Premio Nacional con esa misma obra es un agravio
comparativo hacia los autores que sí publican en España (y también
hacia los editores que arriesgan y publican esas obras frente a los
que no arriesgan y van a lo seguro comprando fuera obras que ya han
tenido éxito) y resulta injusto porque esas obras no han sido
creadas en igualdad de condiciones.
El autor que trabaja para un editor
español ha generado (en la mayoría de las ocasiones) su obra en
precario, mientras que el que la hace para un editor francés ha
cobrado bastante mejor y ha tenido mucho más tiempo para dedicarle a
su obra, por tanto seguramente será de mejor calidad y, de paso,
tendrá una mejor promoción.
Un par de ejemplos de contratos y
adelantos que conozco de primera mano, ya que se trata de contratos
que tengo delante de mi ahora mismo y de obras publicadas y cobradas
en su momento por quien les habla:
-EDITORIAL ESPAÑOLA- Novela gráfica de 222
páginas. Tirada de 2.500 ejemplares. Adelanto para los autores
(dibujo/guión) de 3.800€
(Sale a 17 € la página)
-EDITORIAL FRANCESA- álbum de 46 páginas.
Tirada de 10.000 ejemplares. Adelanto para los autores (dibujo/guión)
17.250 € (otros 4.230 para el colorista)
(Sale a 375 € la página)
En ambos países los autores reciben un
10% del PVP de la obra, pero como todo depende de la tirada, al tener
en Francia tiradas más grandes el autor recibe mucho más dinero por
hacer el mismo trabajo.
Ustedes me dirán, pero a mi me parece
injusto que un autor que ha tenido el privilegio de cobrar 375€ por
página opte al mismo premio que otro que ha cobrado menos de 17€
por página. Sobre todo teniendo en cuenta que el primero ya opta
a un premio similar en otro país y el segundo no.
Por cierto, que si nos fijamos en el
Premio Nacional de literatura pasa exactamente lo mismo.
En sus bases se especifica que:
El
Premio Nacional de Literatura en la modalidad de narrativa del año
(el que toque) distingue una obra escrita en este género literario
por un autor o autora española, escrita en cualquiera de las lenguas
del Estado, publicada en
España en su primera edición, entre el 1 de enero y el 31 de
diciembre.
Sería
absurdo que un escritor español que publica una novela en México y
opta al Premio
Nacional de Artes y Literatura
que otorga aquel país
pretendiera optar luego también al Premio Nacional español de
Literatura con esa misma novela.
Siguiendo con México, voy a poner otro
ejemplo muy sencillo: “La forma del agua”, del director mexicano
Guillermo del Toro, optó en 2018 a los Premios Óscar de Hollywood
(en varias categorías, incluyendo la de mejor película)
Fue
galardonado con dos premios Óscar,
al Mejor director, y a la Mejor película.
Optó
a ese premio por ser “La forma del agua” una producción
americana
(Bull
Productions, Fox Searchlight)
Si
la obra hubiera sido de producción mexicana sólo habría podido
optar al premio a mejor film de habla no inglesa.
Se
da la circunstancia de que ese mismo director en 1993 ganó el Premio
Ariel (un
premio otorgado anualmente por la Academia Mexicana de Artes y
Ciencias Cinematográficas) a Mejor Película
con “Cronos”.
Evidentemente
optó a ese premio por ser “Cronos” una producción mexicana
(Prime
Films, Iguana Producciones)
No
tendría mucho sentido que Guillermo del Toro pretendiera conseguir
otro Premio Ariel con “La forma del agua” ¿verdad?
Otra cosa sería que desde su país se
diera un reconocimiento como director por su trayectoria artística,
nada que objetar, pero si lo que se premia no es una persona
sino una obra, como sucede en el Premio Nacional de cómic o
en el Premio Nacional de Literatura, sería tan absurdo que se
premiara a “La forma del agua” en México como que se le de el
premio nacional español a cualquier cómic producido en Francia,
USA, Japón o cualquier país extranjero, independientemente de cuál
fuera la nacionalidad del autor, donde viva, o dónde pague sus
impuestos.
Esto,
por desgracia, ya ha pasado al menos dos ocasiones que yo recuerde.
Una fue a Paco Roca con “Arrugas” (Delcourt) y otra a Guarnido y
Díaz Canales con uno de los álbumes de la serie “Blacksad”
(Dargaud) (aunque no tendría por qué volver a pasar, a partir de
ahora podemos hacer las cosas bien) y se hizo porque se saltaron a la
torera las bases de Premio Nacional, causando malestar (y con razón)
entre algunos profesionales españoles que optaban a esos premios.
Lo
que me preocupa (y ahora viene el llamamiento a mis compañeros y
compañeras) es que varios autores españoles pretenden hacer llegar
(a través de alguna de las asociaciones de autores que existen
actualmente) una petición al Ministerio de Cultura para que cambie
las bases del premio y convierta lo que hasta ahora ha sido una
excepción en una norma.
Es
decir, que los autores que han publicado sus obras en primera edición
en Francia puedan optar al Premio Nacional de Cómic (dotado, no lo
olvidemos, con una cuantía de 15.000 euros) en igualdad de derechos
a los autores que sí trabajan para la industria (si es que eso
existe) nacional.
¿Por
qué me preocupa esto hasta el punto de tenerme desvelado varias
noches desde que me enteré de estos movimientos? ¿por qué escribo
sobre algo que todavía no ha sucedido?
Y
se que tiro piedras sobre mi propio tejado. Respeto y valoro
enormemente el trabajo de estos compañeros, me voy a encontrar con
algunos de ellos el próximo fin de semana en el Salón del cómic de
Valencia (incluso firmo mis obras en algunos stands en los que ellos
también estarán) y ahora mismo me siento como si estuviera
dibujando una diana en mi espalda y repartiendo escopetas.
Miren,
por si se lo están preguntando, yo no creo que nunca jamás de los
jamases tenga yo la más mínima posibilidad de optar al Premio
Nacional con el tipo de cómics que hago, ni de los que hago para el
mercado francés (actualmente en proceso) ni de los que hago para el
mercado español con mi propia editorial autogestionada (también
actualmente en proceso). No es que quiera “quitarme competencia”.
Para
mi el mayor de los premios, se que no me van a creer, es tener
lectores.
Y no, no ha sucedido todavía, de hecho espero que esa petición no llegue a realizarse nunca y que, en caso de que se realice, el Ministerio de Cultura haga oídos sordos. Pero la cuestión es que ya se ha creado un grupo que ha decidido redactarla, ya se ha votado y ya se han elegido representantes que traten de hacerla llegar a quien corresponda.
En
primer lugar creo que las bases están bien como están, cumplen con
los objetivos que nos marcamos cuando ayudamos a su redacción y creo
que lo sensato es dejarlas así. (sobre todo teniendo en
cuenta que sus condiciones son las mismas para el Premio Nacional de
Literatura y, seguramente, para el resto de Premios Nacionales como
el de poesía, teatro, etc... ¿por qué tendría que tener el Premio
Nacional de Cómic una consideración especial?)
Gracias
a él autores como Ana Penyas, Magius, o Rayco Pulido han obtenido
visibilidad y relevancia para sus obras, y además han recibido un
empujón económico que, sólo con las ventas del cómic y el apoyo
de sus editores españoles, no habrían tenido.
En
segundo lugar creo que es de justicia ser solidario con
quienes están en peor situación que tú.
Está
claro que a todos nos vienen bien 15000 euros pero no creo que
merezca la pena crear división entre compañeros sólo por la pasta.
Porque me extrañaría que a quienes publican aquí trabajando en
precario les pareciera bien, y esto puede crear un cisma difícil de
superar en esta maravillosa profesión.
De
modo que...
Compañero,
compañera:
Si
trabajas para el mercado de cómic extranjero, tus obras se publican
allí antes que aquí y piensas solicitar que tu trabajo opte también
al Premio Nacional, te lo pido por favor...
No
lo hagas.
Y,
bueno, ya lo he soltado. Espero poder dormir esta noche.
(*)
En la reunión nos encontrábamos
las siguientes personas:
Por el Ministerio de Cultura (Sub.
Gral. Promoción del Libro la Lectura y las Letras Españolas):
Mónica Fernández Muñoz
(Subdirectora General)
Xosé Areses Vidal (Subdirector
Adjunto)
Társila Peñarrubia Merino (Jefa
Servicio de Promoción de las Letras Españolas)
Orlando Carmona Cormano (Tit. Sup.
Admón.)
Y el resto:
Nacho Casanova (FADIP), Horacio
Altuna (APIC), Carles Santamaría (FICÓMIC), Emilio Gonzalo
(EXPOCÓMIC) Joan Miquel Morey que iba en calidad de representante de
la Asociación de Amigos y Víctimas del Cómic y, según parece, de
un Gremio de Librerías Especializadas en Cómic, Fernando Tarancón
que iba en calidad de editor de Astiberri y representante de
Librerías Especializadas, Álvaro Pons que iba en calidad de miembro
de la Asociación de Críticos y Teóricos de la Historieta en España, Alejandro Casasola quien iba como representante del “Grupo
Andaluz” y yo como representante de AACE.