sábado, abril 28, 2018

El eslabón prescindible.

"Es una cosa bastante repugnante el éxito. Su falsa semejanza con el mérito engaña a los hombres."
Victor Hugo (1802-1885)

"Siempre hay una gran demanda de la mediocridad fresca. En cada generación el sabor menos cultivado cuenta con el mayor apetito."
Paul Gaugin (1848-1903)




Me gustaría aprovechar la reciente polémica suscitada por la publicación de un video, publicado en el canal “Strip Marvel”, para invitarles a una reflexión.

Antes que nada, los hechos:

Durante el transcurso del pasado Saló Internacional del cómic, celebrado del 12 al 15 del pasado mes de abril, la editorial Panini (editora de Marvel en España) invitó a su stand a Dani Lagi, un youtuber que cuenta con un canal seguido por más de 320.000 suscriptores.

El mismo Lagi publicó después un video en el que se le podía ver dedicando cómics Marvel a un gran número de seguidores.
El video lo tienen arriba. Si no se ve pueden buscarlo en este LINK 

Posteriormente algunos autores expresaron su indignación por el hecho de que Panini contratara a este chico para que estampara su autógrafo sobre cómics en cuya realización no había tenido nada que ver.

No se qué opinarán ustedes sobre esto. A mí, personalmente, me ha llevado a reflexionar sobre la mercantilización del arte. Les invito a hacer lo propio.

Hay que dejar claro que Dani Lagi no habla prácticamente de cómics en su canal. Habla, sobre todo, de estrenos cinematográficos relacionados con Marvel, propiedad de Disney desde 2009.
Es decir, que este chico se gana la vida, según parece, promocionando productos basados en cómics.
Imagino que, lo mismo te firmará un tebeo, que un muñequito de Lobezno, que una Trading card de Spiderman. Lo que le pidas.
Insisto: este chico no hace cómics, ni se atribuye la autoría de ninguno de ellos, ni hace nada ilegal.
Su trabajo consiste en promocionar productos.
Probablemente si el youtuber se hubiera puesto a firmar en una panadería le hubieran llevado el papel de las magdalenas. Y él, quizá, los hubiera firmado gustoso siempre y cuando, claro, el panadero hubiera abonado previamente la minuta correspondiente.
No se fíen. Los libros que dedica este ratón gigante no los ha escrito él.
(Foto robada al señor Wolfville)

Si me apuran, esto se parece mucho a un señor disfrazado de ratón firmando los libros de Gerónimo Stilton en la feria del libro, a George Clooney firmando capsulitas de café, o a Nicole Scherzinger y Paris Hilton dedicando la caja que contiene las colonias que promocionan.

¿Y cómo hemos llegado hasta aquí?

¿Acaso no hemos sido los propios creadores quienes hemos consentido que nuestro arte se convierta en una mercancía?
¿Cómo puede sorprendernos después de que haya quien se lucre más promocionando la venta de esa mercancía, que quienes la creamos?

¿Todavía no hemos entendido las reglas? El valor de un producto no reside en el talento o en el buen hacer de quien lo ha generado. El valor, en el mercado capitalista en el que nos movemos, está en el que rentabiliza su venta. Y casi nunca son quienes crean el producto aquellos que lo promocionan.
Parece que el capitalismo nos encanta, pero sólo cuando juega a nuestro favor.

¿Queréis cambiar esto? Perfecto. Yo también. Aborrezco un sistema económico que funciona, precisamente, enriqueciendo a unos con el trabajo de otros.

Igual la cosa es que los que estaban en la cola no eran lectores. Es lo que pasa cuando lo importante es llenar el evento de gente a toda costa. Si invitas famosos para que los chavales se gasten el dinero en la entrada, no podemos pretender que quien ha pagado por ver a tal o cual famoso sea un lector. Será, evidentemente, un fan del famoso en cuestión.

Personalmente yo no lo haría. No firmaría el tebeo de otro. Porque mi trabajo es dibujar mis tebeos y dedicarlos a mis lectores. Tampoco creo que a mis lectores les hiciera una especial ilusión tener uno de mis cómics dedicados por otra persona. Pero el trabajo de este señor es ser el vocero de Marvel. Y firmar los productos de Marvel, creo, entra dentro del trato.
A fin de cuentas ¿no es eso lo que nos dicen que hay que conseguir? ¿ser famoso? ¿que venga un pez gordo y te pague mucha pasta por hacer algo?
¿Aunque ese algo consista en estampar tu autógrafo en la obra de otra persona? ¿no es así nuestra sociedad?
Es una aberración que la gente valore más la firma del youtuber que promociona los tebeos que la del creador de esos tebeos.
La Hilton firma hasta pelotas de Baseball.
Incluso aunque no haya jugado el partido.

Pero en eso consiste el culto al éxito
El “tanto vendes, tanto vales”
¿Quién puede culpar al youtuber de querer ser rico? ¿Quién puede culpar al editor de querer forrarse?
Quienes me conocen saben que no aspiro a hacerme rico, pero comprendo que en el mundo actual haya quien se deje seducir por la idea de amasar más dinero del que realmente necesita. Por eso la gente con pasta también juega a la lotería ¿verdad?

Un culto, por cierto, del que el propio Youtuber no consigue escapar. En su video nos cuenta entusiasmado como allí conoce, atención, no a un guionista o un dibujante de esos que hacen los cómics en los que se basan las películas que tanto le gustan, sino… ¡a los Estopa!
Uno se hace más famoso arrimándose a famosos, claro.

Se ha apuntado que una posible “solución” (aunque primero habría que ver si realmente aquí hay algún problema, aquí veo más un síntoma que una enfermedad) sería que Panini hubiera impreso alguna lámina, o fotografía con el logo de Strip Marvel y que dedicara estas a sus seguidores, previa compra de un cómic de la casa.
Eso tendría contentos a los fans, al youtuber, al editor (siempre y cuando no se hubiera gastado mucho dinero en hacer esas impresiones) y a los creadores de las historietas que no verían un autógrafo ajeno sobre sus obras.

Pero no creo que esto cambiara el hecho de que, al final, quienes hicieran la cola no lo harían interesados por las obras, sino, más bien, por quien las promociona.

Me surgen varias dudas:
Exactamente ¿qué títulos firmaba este chico a sus fans? Dirán que es lo de menos pero tengo curiosidad por saber si se trataba de un cómic en concreto o cada aficionado cogía el primero que pillaba. ¿Se trataba de tebeos que nadie quería y a los que el editor decidió dar salida aprovechando la coyuntura? ¿Saben los creadores de estos cómics que una Celebrity los firmaba? ¿Les importa? ¿Lo sabe Marvel? ¿Le importa? ¿Esto va a ser así a partir de ahora y los autores nos quedaremos en casita trabajando, mientras famosos y famosas de todo pelaje viajan de convención en convención promocionando nuestros tebeos?

Y otra más: dentro de veinte años, cuando las personas que hicieron la cola para conseguir el autógrafo hagan una mudanza y entre las cajas aparezca el tebeo firmado por Dani Lagi ¿qué pensarán? ¿pensarán en que son incapaces de recordar cómo demonios llegó eso hasta ahí o, por el contrario, lo recordarán con cariño como el primer cómic que compraron firmado por alguien y que supuso el inicio de una afición a la lectura que les ha acompañado durante toda su vida?

Porque el mismo Lagi nos cuenta en su video que él es “una persona importante en España” y que gracias a él los cómics de Marvel están llegando a mucha gente.
"Expulsión de los mercaderes de la convención" (El Greco)

Permítanme que discrepe.
Es un viejo debate y surge cada vez que un famoso escribe un libro. Frases como “al menos crea lectores” o “con que uno de los que compraron aquello gracias a la firma del famoso se convierta en lector ya me parece bien esto”, son recurrentes en estos casos.

No creo que estas cosas fomenten lectores. En todo caso fomentarán consumidores.

No creo que el consumo masivo de hamburguesas, asquerosas pero baratas, hoy fomente el consumo del caviar más exquisito mañana. No creo que la Fast food vaya a propiciar la aparición de muchos gourmets.

Y aunque así fuera ¿no sería mejor maniobra para generar lectores escribir y dibujar cómics maravillosos que a la gente le encantaran?
Eso es muy difícil, claro. Mejor contratar a un famoso.
Nicole Scherzinger firmando frascos de colonia
que, probablemente, no ha fabricado..
El video completo AQUÍ

Déjenme que les cuente algo. Recientemente mi hija me pidió que le comprara un cómic editado por una multinacional americana que, podría ser, un perfecto equivalente a la comida basura.
Aunque siempre procuro que mis hijos tengan una dieta cultural equilibrada, de vez en cuando les concedo algún capricho.
El cómic en cuestión, que parecía dirigido expresamente al público infantil femenino, no sólo tenía un guión pueril, confuso e ilegible. Además los responsables del dibujo (un chico y dos chicas, si no recuerdo mal) eran absolutamente incapaces de hacer un solo punto de fuga o de construir una sola página que respetara las normas estéticas o narrativas más elementales.
Se trataba de un producto abominable pero que cuenta con el peso promocional que supone estar editado por una multinacional que produce, además, toda clase de muñequitos, películas, series de animación etc. en las que aparecen esos personajes.

¿Cómo no van a recurrir estas empresas, a las que les parece que lo de menos es producir (no digo ya una obra de arte) una obra más o menos disfrutable por sus lectores a cualquier tipo de artimaña para que esta se venda?

Si se hacen tebeos como churros, se venderán como churros.

Se ha dicho que no todo vale para vender tebeos. Pero me temo que si, que al capitalista le vale prácticamente cualquier cosa.
Con tal de sacar beneficio económico esta gente sería capaz de venderte la cuerda con la que saben que vas a ahorcarles.

Y los autores, que somos el primer eslabón de una cadena que consiste en crear-promocionar-vender nos estamos convirtiendo, poco a poco, en algo cada vez más prescindible.

Si nos vendemos, si renunciamos continuamente a nuestra creatividad y nuestros proyectos personales dedicando nuestras horas de trabajo a enriquecer a multinacionales que siempre han tratado a los creadores como una mierda (el caso de Siegel y Shuster que tardaron años en ver reconocidos los derechos sobre Superman o el ninguneo de Kirby en Marvel son de sobra conocidos) no debería extrañarnos luego que esas mismas empresas no nos respeten.
Hay que ganarse el pan, lo entiendo, pero quien con perros se echa con pulgas se levanta.

Si no ponemos en valor nuestro propio talento no serán los mercaderes de la cultura quienes lo hagan. Les basta con contratar un famoso que promocione sus productos para que estos se vendan.
Y si llega el día en que al comprador le da igual la calidad de estos, más nos valdrá buscarnos otro trabajo.

La única manera que se me ocurre de contraatacar es hacernos imprescindibles. Que nadie pueda hacer el trabajo de la manera personal e intransferible en la que sabemos hacerlo nosotros.
Porque en el momento que todos dibujemos igual, será muy fácil sustituirnos por cualquiera. Y si los estándares de calidad se reducen todavía más, no hará falta ni que sepamos dibujar.

Entre los salones que se llenan porque viene una celebrity de la tele y las sesiones de firmas que montan colas por la firma de un youtuber, comienzo a pensar que a lo mejor los que sobramos en el mundo de los cómics somos quienes los hacemos.

Menos mal que nos queda la venta de originales... ¡Ah, no!  Que ahora todo es digital.


Y de propina:
Un interesante artículo sobre la irrelevancia total del autor respecto a su obra en el siglo XXI.
Lean en este LINK



3 comentarios:

lorezaharra dijo...

Con este tipo de cosas hay que hacer lo que tu has hecho denunciarlo

Sergio Bleda dijo...

Gracias por el comentario.
En realidad más que una denuncia mi texto pretende ser una invitación a la reflexión sobre la mercantilización del arte y la cultura.
Ni ataco al youtuber ni lo defiendo. Aquí todos nos buscamos la vida como podemos.
La cuestión es que antes cada pueblo generaba su propia cultura. Ahora todo parece estar enfocado a promocionar la cultura popular americana y a beneficiar su sistema de mercado. Y resulta muy difícil escapar a sus estrategias de mercadotecnia.
Los mejores profesionales de mi generación están trabajando para Disney.

Fran Fumero dijo...

Este artículo me ha recordado una vez que estando en el salón del comic de Barcelona el tipo que tenía delante de mí en la cola de firmas, un "peludo alternativo", una especie de Willy Deville, Le dio a Jim Lee un ejemplar de Strangers in Paradise de Terry Moore y Jim lee, ni corto ni perezoso le estampó su firma en la portada. Era claramente una estrategia para incomodar a Lee, pero fui yo el que sufrí un ataque de vergüenza ajena, en fin...