Lo cierto
es que, salvo excepciones, podríamos decir que el colectivo de los
historietistas, o al menos la parte que yo conozco, es gente que muchos
definirían como "de izquierdas" (otra cosa es que lo sean, ojo, pero muchos lo entienden así) .
"El conflicto del Sahara en menos de 3000 palabras" de Mauro Entrialgo. |
No es
difícil encontrar ejemplos de autores "concienciados socialmente"
que, de modo individual o colectivo, se implican en todo tipo de
reivindicaciones. A todos los niveles, nacional o internacional. Desde el tema
del Sáhara (donde encontramos a gente como Mauro Entrialgo) hasta asuntos
vecinales como el de la iniciativa "I´m not a tourist" relacionada con la algarabía nocturna del Barrio Gótico de Barcelona (en
el que encontramos a Gallardo como uno de sus más activos miembros) o las
iniciativas comiqueras de "Salvem el Cabanyal" en Valencia. Los
autores de historieta nunca han tenido problema en implicarse en todo tipo de
saraos reivindicativos, siempre y cuando consideren que se trata de una causa
justa.
"I´m not a tourist" de Miguel Gallardo. |
Tampoco
faltan casos de creadores luchando en solitario por sus propios intereses y sus derechos de autor. Victor Mora,
Ibañez o Sanchís son sólo algunos ejemplos de autores que han acabado
demandando a sus editores. Unas veces sale bien y otras sale mal. No pasa muy a
menudo, pero pasa. Cási siempre, claro, cuando el dibujante ha ganado el
suficiente dinero como para contratar a un abogado particular. Aunque, incluso
en esto, hay excepciones; recuerdo el caso de José Lanzón que recurrió, con
resultados muy positivos, a una abogada de oficio para demandar a Carles Recio
(sí, el de "Fallerella") por haber eliminado su firma de un dibujo y
no haberle pagado lo que le debía.
Sin
embargo, los actos colectivos de reivindicación de sus propios intereses gremiales son más
bien escasos. Me refiero, por decirlo claramente, a autores reivindicando cosas
de autores. Una huelga, un paro, una manifestación... Hablo en términos generales, no se me pongan a hilar fino. Tan sólo trato de responderme a mi mismo a la pregunta ¿nos movemos cuando afecta a nuestra profesión? ¿se ha hecho alguna vez? Tan sólo sido capaz de encontrar tres casos: La huelga de autores de Ediciones B, la de El Víbora y la manifestación de Ed. Valenciana.
Evidentemente
a nadie se le escapa que, teniendo en cuenta que la mayoría de los que vivimos
de esto trabajamos para editores extranjeros, una huelga general de dibujantes
de tebeos en España tendría tan poca utilidad como repercusión (al menos en
nuestro propio país) pero hay casos muy concretos en los que una huelga dentro
de una determinada empresa tuvo como consecuencia una mejora de las condiciones
laborales de los convocantes.
El caso Bruguera. Un claro ejemplo de varios autores haciendo, cada uno, la guerra por su cuenta. Cambio 16. Año 1986. |
A principios
de los años 90 hubo una huelga de autores en Ediciones B. Según cuenta el
dibujante Miguel Francisco en esta interesante entrevista, durante un mes los
lápices dejaron de producir.
“Al principio pretendieron trabajar de la misma manera
que Bruguera, pero hicimos
huelga, creo que la primera huelga de dibujantes de cómics. Como las revistas
eran semanales, necesitaban páginas para editar, un paro de dos semanas era la
debacle para ellos, así que sabíamos que literalmente teníamos la sartén por el
mango. Alfonso López creo que fue uno de los que organizaron
todo, y si no me equivoco, todos, excepto dos dibujantes que no mencionaré,
seguimos la huelga y evidentemente conseguimos que nos respetaran el copyright,
contrato de colaboración freelance, royalties y alguna cosa más que no
recuerdo”.
Según el
propio Miguel me aclaró en una conversación, en mi muro de FaceBook, lo que
consigueron fué lo siguiente: “
Conseguimos respeto de la propiedad, devolución de originales, contrato, subida
de precio por página, repago por segunda publicación y porcentaje de royalties
en álbum."
¿Quién defiende los intereses de nuestra profesión? Mauro Entrialgo parece tener la respuesta. |
En el
número 4 de la revista "U, el hijo de Urich" (marzo de 1997)
encontramos una interesante entrevista a Max en la que menciona la huelga de
autores de "El víbora" en el año 1982.
“No se pagaba mal. Hubo un momento en que se pagaba muy
bien porque hubo un plante. Ese fue un momento crítico en “El Víbora”, creo que
en su tercer año. De repente a todos nos pareció que la revista se estaba
vendiendo un huevo y que teníamos que ganar más. Ni cortos ni perezosos nos
montamos un plante, una huelga, y Berenguer no se la tomó en serio. Debió de
pensar que no llegaríamos a mantener el acuerdo, pero lo mantuvimos y cuando
llegó el momento de que entregáramos “El Víbora” del mes siguiente, no tenía
nada de nada. Nos amenazó con hacer la revista entera con dibujantes
extranjeros, pero no se atrevió. Total, que subió lo que exigimos, que era
muchísimo, era una pasta, era casi el doble, un 100% más. A partir de aquel
momento estábamos muy bien pagados, pero a cambio el ambiente se enrareció
porque Berenguer empezó a desconfiar de nosotros y nosotros de él. Y porque
alguien adoptó la táctica del divide y vencerás, y cuando digo alguien no me
refiero sólo a Berenguer, sino también a algunos de los dibujantes”
Tan sólo
un año después el Diario de Avisos y El País se hacen
eco de las movilizaciones de los creadores que demandaron a
"Valenciana" la devolución de sus originales y unos cuatrocientos
millones de pesetas en concepto de pagos atrasados por la reedición de su
material (no consiguieron, por cierto, ninguna de las dos cosas).
En
aquella ocasión los autores llegaron a manifestarse, con pancartas y todo, ante
las oficinas de la editorial.
Página de Manuel E. Darias publicada en el Diario de Avisos el 30-10-1983 |
A parte
de esos tres, no he sido capaz de encontrar ningún otro caso en el que los
autores de historietas hayan realizado un acto colectivo para reivindicar sus propios derechos de autor. A pesar de que, como sabemos los que nos dedicamos a esto,
en nuestra profesión no exista ningún sindicato al que acudir cuando se
producen abusos, no tengamos ningún tipo de regulación específica, ni tan
siquiera unas tarifas mínimas aceptadas por la mayoría y esto sea más un
"sálvese quien pueda" que otra cosa.
(Sí, ya
lo se, existe una Asociación de Autores de Cómics de España, no hace falta que
me lo recuerden, yo fui uno de sus creadores, pero como se da la circunstancia
de que, en su momento, fui ignorado, censurado y difamado por su junta, acabé
saliendo despavorido de allí. No es sólo que no quiera verla ni en pintura por
motivos personales, además su capacidad de convocatoria continúa siendo mínima
y sus actuaciones, al menos mientras yo estuve allí, parecían más orientadas a
conseguir socios de pago que a defender nuestros intereses gremiales).
¿A qué se
debe, entonces, que siendo, como muchos dirían que somos, más o menos, gente de izquierda,
comprometida en todo tipo de causas, a veces muy ajenas, esta pereza
reivindicativa sobre asuntos que nos competen directamente?
No sé si
es porque, viviendo en un país donde la mayoría de la gente aún da gracias a
Dios por levantarse cada día a realizar un trabajo que detesta, nosotros, que
hacemos un trabajo que adoramos, tenemos una tendencia masoquista a ser
incapaces de valorar nuestro propio esfuerzo consintiendo así los bajos precios
porque, al menos, hacemos "lo que nos gusta"
¿Existe entre los autores de cómic españoles cierto complejo de culpa que no afecta a otros trabajadores como, por ejemplo, a los mineros, y que busca desesperadamente la redención en las malas condiciones contractuales?
Es una
hipótesis que me resisto a descartar del todo.
Lo que
parece estar claro es que si no hay regulación, ni unas tarifas mínimas (un salario mínimo sería algo impensable dado que somos trabajadores autónomos) es porque los autores no han
(hemos) querido. A los que les va bien trabajando para editoriales extranjeras
les (nos) importa muy poco lo que se pague en España. Y muchos autores noveles
aceptan incluso trabajar gratis para editoriales de aquí con la esperanza de hacerlo,
más adelante, para editoriales extranjeras por un precio más justo.
Viñetas de "El soñador" de Will Eisner. (1985) |
Cosechamos
lo que sembramos.
Sólo un
dato: en el año 2008 participé en un álbum colectivo, que editó una editorial
española, junto con otros once autores. Que yo sepa tan sólo fuimos dos los que
exigimos contrato.
La de
historietista en España sigue siendo una profesión de francotiradores aislados
unos de otros. Y para ganar la guerra lo que hace falta es un ejército regular.
Quizá una
regulación de tarifas no sirva para que el mundo se ahorme a nuestra
conveniencia, pero al menos serviría para que nadie cobre por debajo de unos
mínimos razonables, que es lo que sucede actualmente. Desde luego no regular es
mucho peor. Si hubiera una regulación aceptada por los profesionales y sus clientes
los que tienen un caché alto lo seguirían teniendo, y los que empiezan lo
harían en condiciones más justas.
¿Por qué no hemos
sido capaces de crear un sindicato de autores de cómic como si lo han hecho,
por ejemplo, los actores españoles, teniendo en cuenta que ambas son profesiones liberales
con muchos puntos en común?
La
respuesta podría ser esta: porque lo actores españoles tienen trabajo en
España, los autores españoles, salvo honrosas excepciones, NO.
Pero es
que, además, como dijo Óscar Wilde, el problema del socialismo es que te quita
muchas tardes libres.
Quiero agradecer la ayuda prestada por Miguel Gallardo, Jorge Ivan Argíz, Alberto López Aroca, Francisco Naranjo y Miguel Francisco durante la realización de este artículo. También a los amigos que tuvieron a bien comentar el tema en mi muro de FaceBook. ¡Gracias a todos!