martes, abril 17, 2012

El abuelito Manolo


El pasado 10 de abril fué un día triste. Muy triste.
Nos dejó una de las personas más importantes de mi vida: mi abuelo Manolo.
Falleció a los 84 años de edad.

Mi madre, la escritora Rosa Villada le ha dedicado un artículo en el diario La Verdad que reproduzco abajo y el cual, además, se puede leer en su web, en esta sección.

Despansa en paz, abuelito. Te echo de menos.



Mi padre

El pasado martes murió Manolo, mi padre. Se tomó su tiempo. Lo hizo despacio, con calma, como había hecho todo a lo largo de su vida. No sólo ahora, que era un anciano, de joven tampoco tenía nunca prisa. Dos días antes de morir me dijo con convicción: “yo ya no hago nada aquí”. En ese momento supe que había aceptado la muerte y que quedaba muy poco para que se fuera. En los últimos momentos casi no podía hablar, apenas le entendíamos, pero la noche anterior a su fallecimiento volvió a expresarme su mayor deseo con total lucidez. Me dijo en un susurro, mientras yo le preguntaba si quería un vaso de leche: “lo que quiero ya es descansar”. Pocas horas después cumplió su deseo y abandonó el cuerpo débil y cansado, que ya no era capaz de albergarle.

Mi padre murió en su casa, con su familia. Rosa María, mi madre, con la que se casó hace 58 años, le cogía la mano en el momento de su muerte. Expiró de manera natural. Había llegado su hora después de 84 años de vida. No estaba enfermo. No pasó por ningún hospital. Se fue consumiendo como una vela, poco a poco, sin prisas. Pero no perdió su intensa luz ni su peculiar sentido del humor. La mayor parte del tiempo mantenía los ojos cerrados a esta realidad. El mundo exterior dejó de importarle, se volcaba en su interior. Era fácil verle sonreír mientras dormía o ensoñaba. Parecía como si estuviera escrutando otros mundos, a los que sólo él tenía acceso. Se preparaba para la muerte.

Dicen que cuando uno muere ve pasar toda su vida, de forma rápida, como si se tratase de una película. No sé si mi padre la habrá visto, pero yo sí he visto pasar ante mí muchos recuerdos desde la infancia. Cuando me llevaba al parque y echábamos migas de pan a las palomas y a los peces que había en el estanque. Cuando llegaba a casa del trabajo y todos los días me traía una chocolatina. Yo se la enseñaba a mi hermano José Ramón, que era un bebé tumbado en su moisés, mientras le decía: “mi papá me ha traído una chocolatina, y a ti no”. Le he visto contándome cuentos todas las noches, alumbrando con su linterna mis pesadillas.

Y los domingos por la mañana cuando mis hermanos Mane, José Ramón y yo, nos metíamos en su cama a escuchar las historias de un negro que conoció en África, llamado “Maloco”, y de cómo un león le hizo una cicatriz de un zarpazo… Mi padre nunca estuvo en África, y la cicatriz que cruzaba su espalda se debía a una operación de pulmón. También he visto nuestros desencuentros, durante mi adolescencia y juventud, cuando mis ansias de libertad y mis ideales chocaban frontalmente con la disciplina que pretendía imponerme. He visto cuando nació mi hijo Sergio y le hice abuelo por primera vez… Después vinieron más nietos, nueve en total, y un bisnieto.

Unos días antes de que mi padre empezase a apagarse, tuve un sueño muy vívido y significativo. Yo quería regalarle un pájaro. Fui a comprarlo y me mostraron una gran jaula atestada de ellos. Estaba tan llena, que los animalitos no se podían mover y se apretujaban contra los barrotes. Enfadada, le dije al vendedor: “yo no quiero esos pájaros, quiero uno que vuele libre”. Entonces apareció un hermoso pájaro sobrevolando nuestras cabezas, y grité: “¡Ese, ese es el pájaro que quiero!” Me desperté bruscamente con la sensación de que el sueño me estaba transmitiendo un importante mensaje. Ya no tengo ninguna duda. En realidad me estaba anunciando que el espíritu de mi padre pronto dejaría su jaula para volar libremente, como el pájaro de mi sueño… ¡Vuela, vuela alto, papi!

Rosa Villada (14 de abril del 2012)

5 comentarios:

Carlos dijo...

Sergio, mis condolencias en estos momentos tan tristes.
Un saludo

Sergio Bleda dijo...

Muchas gracias, amigo.

RuAn dijo...

Lo siento amigo, ojala pudiese darte un abrazo. Cuidaros mucho.

Anónimo dijo...

Soy tu prima vane.siento muchisimo la perdida de tu abuelo y mi tio.preciosas las palabras de tu madre.cuidate.un abrazo gigante

Paco Nájera dijo...

Muy sentido el escrito de tu madre. Yo perdí a mi madre hace unos meses, cuando le faltaban apenas unos dias para los 93 años.
Los sentimientos son universales pero hay quien los sabe expresar mejor como es el caso de tu madre. Lo siento, Sergio.