viernes, septiembre 20, 2013

Ahora ya nada importa

   
 
     Puede que éstas sean mis últimas palabras. No sé cuánto tardarán los agentes en descubrir dónde me escondo. Poco, seguramente. Tienen ojos en todas partes. Satélites, cámaras de seguridad... ni siquiera la webcam del ordenador portatil en el que escribo este, que será, tal vez, mi último artículo, es segura. La he tapado con un trozo de cinta aislante, pero no sé si servirá de algo.
    En cualquier caso, para cuando me encuentren, ya habré hecho click en la opción de "enviar". El artículo llegará a miles de agencias de noticias de todo el mundo, a millones de suscriptores, se subirá a mi blog, a las redes sociales e incluso se enviará automáticamente a la página web del periódico en el que me contrataron, justo un par de años antes de que comenzara el conflicto que la prensa internacional bautizó como "segunda guerra civil española" y que amenaza con extenderse al resto de Europa y, quizá, del mundo.
    Hace meses que el edificio en el que se encontraban las oficinas de mi diario se convirtió en un montón de escombros. Fue lo primero que esos cabrones bombardearon. Aun así, gracias a la red, los periodistas, los que quedamos vivos, hemos podido seguir informando.
    La gente tiene derecho a saber la verdad, incluso cuando esa verdad es desagradable. Incluso cuando pueda parecer una locura.
    Todo ha sucedido tan rápido...
    Comenzó a mediados del 2014, cuando el President de la Generalitat de Cataluña fue asesinado por un francotirador mientras presenciaba la actuación de los Castellers de Barcelona en la Plaza Sant Jaume, en vísperas de la celebración del referéndum que determinaría si la voluntad del pueblo catalán era separarse o no del resto del territorio español. Aquel referéndum núnca llegó a celebrarse. El asesinato del president fue la excusa perfecta para que el gobierno declarase el estado de excepción, impusiera un toque de queda en todo el país y sacara los tanques a la calle. ¡Anda que no tenían ganas esos hijos de puta!
    El cadáver del francotirador, un cocinero de Valladolid de unos 40 años de edad, soltero y sin hijos, llamado Luis Alberto Osta, fue encontrado en un viejo sótano de una de las casas de la vía Laietana con un tiro en la sien. La versión oficial fue que se había suicidado, pero pronto se encargaron de filtrar una información falsa que acusaba directamente a un alto cargo del Partido Popular, en colaboración con la cúpula de uno de los partidos de extrema derecha, que comenzaron a tomar fuerza desde el comienzo de la crisis producida por la burbuja inmobiliaria.
    Ahora sé que fueron ellos. Esta vez ni siquiera se molestaron de buscarse un Jack Ruby. Sabían que si la gente creía que todo había sido un complot ideado por la cúpula de un partido fascista el país se desestabilizaría.
    Nos lo tragamos. Incluso yo, antes de tener las pruebas que ahora obran en mi poder y que demuestran, sin ningún tipo de duda, que todo fue una maniobra de la CIA, acusé desde mi columna a quienes ellos querían que acusara. Desde aquí pido perdón a todos mis lectores. No sé si sirve de algo.
    El asesinato del presidente del gobierno y todo su equipo, unos días después, a manos de los rebeldes separatistas radicales, hizo que los acontecimientos se precipitaran cada vez a mayor velocidad. Nadie se preguntó entonces cómo pudieron entrar tan fácilmente en el Congreso, a pesar de que estaba tan protegido por las fuerzas de seguridad del Estado que ni una mosca hubiera podido entrar en el hemiciclo sin ser vista. Tampoco se preguntaron de dónde habían sacado las armas o quién les había entrenado para actuar con la eficacia de un Blackwater.
    Otra vez fueron ellos, claro, los hombres de negro. Tengo las pruebas. Pero no sé si alguien me creerá.
    El resto, por supuesto, ya lo saben. Estados Unidos intervino, las bases de la OTAN repartidas por toda España se llenaron de soldados. Un par de días después lo hizo Rusia, pero apoyando al lado contrario al que apoyaban los americanos, y comenzaron los bombardeos.
Gracias a un trabajador de la NSA que, arrepentido por haber participado en este rocambolesca intriga internacional, decidió pasarme la documentación que puede leerse en el archivo que adjunto, podemos al fin conocer la verdad. Lástima que haya dejado de dar señales de vida desde hace días. No estoy seguro de qué le habrá podido pasar, aunque me lo imagino.
    Me han descubierto. Les oigo bajar por las escaleras.
    Tengo miedo. Pero no puedo dejar de escribir ahora.
Seguramente la información que estoy enviando sirva de poco. Aun así tengo que enviarla. Tal vez alguien, en el futuro, se pregunte cómo empezó todo.
    Ahora están detrás de la puerta de mi escondite. En unos segundos la echarán abajo, entrarán aquí y me matarán. Quizá me torturen antes. No sé.
    Ahora ya nada importa.

   ¡Click!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

HOMBREPORFAVOR! No te creas que es tan descabellado esto. La ilustracion, una gozada.

Besos a los críos.

Antonio M

Beatriz Albir dijo...

ME ENCANTA MUCHO

Hace falta una historia así, Sergio. Ya me puso los dientes largos el post de facebook en el que comentabas la idea... Pero esto ya es la leche. :D

Alex dijo...

Hola Sergio!! Hemos tenido que publicar un enlace en comicfolders.com con una pequeña introducción, es que nos ha encantado, espero que no te importe.

Que grande eres!!

Sergio Bleda dijo...

Amigo Antonio:
No se si será descabellado o no. Supongo que, como poco, bastante improbable. No les hace falta tanto para controlarnos. Les basta con tenernos enfrentados y engañarnos para seguir votándo a sus títeres. Pero ha sido divertido desfasar.

Amiga Beatriz: me encanta que te encante :)

Alex: no muy grande, la verdad. 1,70 más o menos. Pero os agradezco la difusión. Un abrazo, amigos.