viernes, noviembre 21, 2025

¿Por qué no me gustan las ayudas a la creación de cómic del Ministerio de Cultura?

 

-¡Al, convénzase de una vez, hemos de pagar!

-Jessie, ¿Jessie, tú qué opinas?

-Ya sé que un millón de dólares es mucho dinero, pero piensa en lo que vas a recibir en recompensa.

-¿Qué?

-Dieciocho votos seguros.

Pelham uno, dos, tres. Dirigida por Joseph Sargent. United Artist 1974


Yo sé que estoy prácticamente sólo en esto, que el 90 % (o más) de mis compañeros están encantados con lo de las ayudas a los proyectos de cómic y que el Estado haya decidido subvencionar su arte les parece una buena noticia. Me encantaría estar de acuerdo con ellos, pero pienso que la buena noticia sería que los artistas no necesitáramos esas ayudas para poder sobrevivir.

¿Qué le vamos a hacer? Cada uno tiene su manera de pensar.

Que nadie piense que con esta perorata trato de decirle a nadie lo que debe hacer, ni por asomo se me ocurriría. Yo entiendo perfectamente que vivimos en una precariedad continua (según el Libro Blanco del Cómic en España el 64% de los creadores de historieta en nuestro país no alcanza unos ingresos equivalentes al Salario Mínimo Interprofesional, están por debajo de los 10.000€ anuales) y que cada uno se busca la vida como puede. QUE QUEDE BIEN CLARO: escribo este artículo para exponer los motivos por los cuales yo NO he solicitado dichas ayudas ni tengo intención de hacerlo. Lo que otros autores hagan no es de mi incumbencia, ni voy a mirar por encima del hombro a ningún compañero que las haya solicitado (otra cosa es que adquiera estas obras una vez se publiquen, o mucho menos que las lea. En general lo que interesa al poder me suele interesar muy poco)



¿Por qué no me gustan estas ayudas otorgadas por el Estado a proyectos que ellos creen que las merecen?

1: Están supeditadas a pasar el juicio de un comité cuyos miembros no conocemos.

Para mí esto ya es prácticamente una especie de censura, porque prima la supervivencia de unos autores afines a la ideología del partido que gobierne en el momento en que se otorguen las ayudas, pero rechaza los proyectos artísticos de los artistas que no se adhieran a esta. Esto nos puede parecer maravilloso mientras esa ideología promulgue la igualdad o el ecologismo, pero ¿qué pasará cuando gobierne la derecha y lo que prime sean los valores de la familia tradicional, las grandes gestas nacionales, las vidas de santos o las corridas de toros?

¿Hace falta recordar a Goebbels y la subvención de su cultura contra el "arte degenerado"?


2: Genera clientelismo y amenaza con acabar con la independencia económica del autor.

Recuerden una cosa: si el Estado es quien te paga por tu trabajo, entonces trabajas para el estado.

Y no, no estoy diciendo que esto convierta a los autores en funcionarios. ¡Ojalá!, pues estos tienen muchas ventajas laborales que los autónomos precarios no tenemos.

Lo ideal para un artista es poder vivir de su trabajo, no de limosnas otorgadas a dedo por el Ministerio de Cultura. Ayudas, por cierto, que no son para siempre, según las bases si te las conceden un año no pueden solicitarse al siguiente.


3: Empuja a los autores a escribir/dibujar sobre temas aceptados por el Ministerio.

A este respecto comentaba Florentino Florez en su blog "Tbeo y no lo creo" cuando hacía una crítica del Premio Nacional "Primavera para Madrid" lo siguiente: >Lo que importa, aquí como en El día 3, que también ganó el Premio nacional (además del Ciudad de Palma), no es tanto la calidad gráfica, argumental o narrativa sino la denuncia. O, mejor, el valor como herramienta de propaganda. ¿Podemos usarlo contra la derechona? Pues ya va bien. Todo producto que desvele las corruptelas de los políticos debería de ser bienvenido, pero ¿dónde está ese gran cómic sobre los eres de Andalucía, el tío Bernie o la corrupción de menores en Valencia o Mallorca? Me parece bien que nuestros dibujantes opten por lanzar sus dardos siempre en la misma dirección, pero no intenten hacerlos pasar por maravillosas obras de arte porque no lo son. Apenas panfletos al límite de la legibilidad.<

¿Qué autor va a tener la osadía de presentar a estas ayudas un guión sobre el Peugeot de Sánchez, Cerdán y Ábalos, de las fiestas del Tito Bernie o del presunto tráfico de influencias de Begoña Gómez a sabiendas de que no va a pasar el filtro del comité examinador?

Mejor escribir sobre lo malo que era Franco (que lo era) o sobre cualquier otra cosa subvencionable.


4: Produce una injusta desigualdad entre los autores y un agravio comparativo.

Un autor subvencionado podrá llegar a cobrar hasta 25.000€ del Estado más unos 4.000€ del editor (que es lo que se suele pagar en España por el adelanto de derechos de autor), mientras que un autor no subvencionado cobrará únicamente esos 4.000€ del editor por hacer el mismo trabajo (y ambos tendrán que pagar los autónomos)


Insisto: por hacer el mismo trabajo, por dedicar un año de su vida a realizar una obra con el mismo número de páginas, con la única diferencia de que la temática del autor subvencionado le parecerá bien al consejo de sabios que haya decidido darle la ayuda y la del autor no subvencionado no.


5: Puede generar picaresca.

Estamos hartos de oír cosas así en el mundo del cine. Películas que no se estrenan y que se ruedan únicamente para recibir la subvención, falseo en los créditos que incluyen a mujeres que realmente no trabajaron en la producción para recibir ayudas destinadas a acabar con la brecha de género... ese tipo de cosas.


Hernán Migoya o Tinieblas González tiraron de la manta hace algunos años (pueden buscar los artículos) y el resultado es que se tuvieron que exiliar de nuestro país. A veces contar la verdad te genera enemigos, lo sé de muy buena tinta.

Si pensaban que este tipo de prácticas no iban a pasar en el mundo editorial español olvídense.

El historietista y educador Pedro Cifuentes comentó en sus redes sociales que un editor le había ofrecido un contrato para publicar un proyecto (contar con un contrato editorial es algo que da puntos a la hora de que te concedan la subvención) a cambio de llevarse, bajo mano se entiende, un porcentaje de la ayuda si finalmente le era concedida.




Esto nos lleva, claro, al siguiente punto:


6: Exime a los editores de la responsabilidad de tener que pagar bien a los autores.

La lucha por un pago justo por página en nuestro país (que viene a salir por unos 20 o 30€ la página, frente a los más de 300€ de media que se paga en Francia) o un reparto justo de los porcentajes (el autor recibe sólo un 10% del PVP de la obra) era algo que se venía comentando en los últimos años, pero es un debate que parece haberse silenciado definitivamente. Porque, ¿para qué reclamar que un editor te pague bien si ya lo hace el Estado?

Creanme que sé de buena tinta que a ningún editor (o a casi ninguno) le quita el sueño saber que vive de publicar unos cómics cuyos autores no pueden vivir de realizar. Pues ahora menos aún. ¿Por qué va a preocuparse un editor de pagar bien al autor si ya lo ha hecho el Estado? Se preocupará de lo que se ha preocupado siempre, de recuperar la inversión inicial y punto. Todos felices.


7: No soluciona ninguno de los 4 problemas sistémicos del cómic español: Dificultad para pagar los autónomos, escasez de lectores, saturación de mercado y 90% de producción extranjera.

Estas ayudas son un parche. Es como darle un vaso de agua a un enfermo terminal.

Es verdad que los autores agraciados (aquellos que sepan adaptarse a las temáticas y modas que marque el gobierno de turno) podrán pagar sus autónomos fácilmente durante una temporada pero al resto de autores les servirá de poco porque seguirán sin poder pagar las cuotas y cotizar.

Tampoco contribuyen estas ayudas a reducir la saturación de mercado (al contrario, lanza a este nuevas obras que seguramente interesan a muy poca gente y acabarán languideciendo en los almacenes), ni genera nuevos lectores, ni resuelve el hecho de que casi el 90% de lo que se vende en España se compra fuera de España. Los editores que publican sólo un título español de cada diez seguirán haciéndolo igual, quizá sin la presión de tener que pagar bien al autor porque ya lo hace el Ministerio.


Y 8: Discrimina a los autores que se autoeditan y a los noveles que no tengan contactos editoriales.

Como he comentado las bases para solicitar la ayuda indican que una de las cosas que da puntos para conseguirla es contar con un contrato o un pre-contrato editorial. Es decir, el interés de un editor por publicarla (independientemente, en principio, de si esta obra resulta o no subvencionada)

Aunque en las bases no se especifica que esté prohibido presentar un proyecto que te vayas a autoeditar, en la práctica te penaliza si así lo haces, ya que en el caso de que seas un autor que se autoedita (o un novel que no tiene contactos editoriales) con un proyecto de cómic con las mismas características (temática, calidad, número de páginas, técnica) que un proyecto de otro autor que tiene ese compromiso editorial, de la competencia entre los dos el que más posibilidades tiene de llevarse la ayuda es el segundo.

Tanto es esto así que en los meses previos a la presentación de proyectos hubo en las editoriales españolas mucho movimiento y mucha firma de pre-contrato de proyectos que los editores sólo estaban interesados en publicar si estos eran subvencionados, seguramente frotándose las manos por la promoción extra que esta subvención traería consigo. Y me sospecho que muchas autoras fueron invitadas a formar parte de un equipo creativo inicialmente compuesto por hombres para facilitar la concesión de la ayuda. Porque ser mujer o llevar mujeres en el equipo creativo también da puntos.

La situación en los años 80 vista por Fernando Fernández.

La situación ahora.

La asociación de autoras llegó incluso a facilitar en su web un "documento específico" creado con la única finalidad, parece ser, de obtener esos 10 puntos extra para que los artistas lo pudieran llevar a las editoriales y adjuntarlo a la petición de la ayuda. Un documento que en realidad era papel mojado porque no es vinculante, ya que como ellas mismas explican, ni compromete al editor a publicar la obra ni al autor a hacerlo con esa editorial, independientemente de que reciba o no la ayuda.





¿Y qué va a pasar ahora?

Permítanme sacar la bola de cristal y especular con lo que nos vamos a encontrar en los próximos años.

Lo primero es que, seguramente, como apuntaba en el punto 7, se publicarán decenas de títulos que, aunque gusten mucho al Ministerio, nadie querrá leer. Como ese cine español que nadie quiere ir a ver y cuyas películas apenas ni se estrenan.

Luego, también, apuesto lo que quieran, a que a una de esas obras subvencionadas será agraciada con el Premio Nacional de cómic. Porque al Ministerio lo que le interesa es darle bombo y platillo a los proyectos cuya creación ya apoyaron en su momento. Así podrán reafirmarse y decir: ¿lo ven? ¡si le hemos dado el Premio Nacional es porque era bueno!

Hay que amortizar políticamente esos títulos (unos más que otros, claro) así que preveo mucho acto oficial con canapés y mucha crónica cultural con alabanzas en los dominicales.

¿Quiero decir con esto que me parece mal que existan las ayudas a la cultura?

Pues no. Me alegro por los amigos que han logrado la subvención (algunos de hecho no habrán tenido que adaptar sus historias a las temáticas subvencionables porque casualmente eran las que a ellos ya les interesaban previamente). Gestionar una carrera artística en nuestro país es muy complicado (se lo digo yo, que llevo 35 años haciéndolo) y cada uno se busca la vida como puede.

De hecho yo mismo avisé a algunos compañeros antes de que estas ayudas se publicaran en el BOE para que estuvieran atentos porque sabía que les interesarían.

Lo vuelvo a decir: yo no estoy en contra de que el Estado destine fondos a difundir la cultura. Estoy a favor de ayudas que permitan que esta sea asequible para todo el mundo o que genere lectores. Pero estoy en contra de que se otorguen ayudas a dedo a unos proyectos concretos sí y a otros no.

Si lo que el Estado de verdad pretende es ayudar a todos los artistas lo tiene muy fácil: sólo tiene que eliminar el sistema de tramos de autónomos a la Seguridad social y ajustarlos de manera que cada trabajador pague en función de lo que realmente ingresa cada mes. (Ya que nos ponemos, que estas medidas no fueran sólo para los artistas, que lo fueran también para los casi tres millones y medio de autónomos españoles)

Porque lo que no tiene sentido es que un autónomo que un mes ingresa menos de 700€ tenga que pagar 200 y pico a la Seguridad Social.

Otra cosa es que el Estado no tenga ningún interés en los artistas de este país, y se limite a mejorar la situación de unos pocos elegidos de su cuerda, poniéndose de paso la medalla del apoyo al Arte y la Cultura.

Pero bueno, que nadie se ponga nervioso. Lo que yo opine aquí no interesa a nadie. Y el Estado seguirá concediendo estas ayudas diga yo lo que diga. Recuerden al alcalde de "Pelham Uno, Dos Tres", que por 18 votos estaba dispuesto a pagar un millón de dólares.

¿Cuánto no estará dispuesto a gastar nuestro Ministerio en tener contentos a unos autores que ya hicieron en su momento, y gratis, una campaña en redes sociales utilizando aquel famoso aviador porcino de Ghibli para que no dejáramos ganar a la derecha?

Y los autores de derecha, que no se preocupen, que cuando les toque el turno a "los suyos" ya pillarán también tajada.

¡Qué pena ser ácrata y saber que los míos no van a ganar nunca!



"Cuando el poder ama la cultura, es porque ya la ha domesticado".

Pier Paolo Pasolini.